Red de Literatura y Cine
Una Guerra Olvidada y el amor en tiempos de odio
‘Balas de Carmín’
Novela de Alfredo García Francés
Editorial Oveja Negra, 2007, 485 Pags.
Reseña por Ismael Lorenzo
©2013 by Ismael Lorenzo
¿Cuántas décadas lleva la guerra interna en Colombia? No podría responder, pero sé que ha sido demasiado tiempo. Los secuestrados, los asesinados, los desaparecidos y la lucha por vivir de los que se hallan inmersos en esta inexorable vorágine, la necesidad amor y el odio creado, dentro de estos temas es el ámbito en que se desarrolla ‘Balas de Carmín’, una novela bien escrita y que atrapa, pero que también es un documento que nos queda para reflexionar, sabemos que la mejor fuente de la historia es la literatura.
Lany, la protagonista, es una chica secuestrada cuando salía de sus clases universitarias en Bogotá, por un grupo de delicuentes comunes que luego la venden a las Farcs, un grupo también de delicuentes comunes arropado bajo el manto guerrillero defensores de los pobres, para que estos negociaran un rescate millonario por su secuestro. No hay que decir que le destruyeron la vida.
La familia no quiso pagar y ella tuvo que quedarse prisionera con las guerrillas, donde fue violada y abusada. Un llamado ‘Comandante’ de las Farcs le dice: “¿Ustes es Melania Bejarano? Pues tengo algo que decirle que será de su interés. Verá, muchacha, la primera es que !usted ya está muerta! ¿Me entiende? Solo puede resucitar si su familia aporta rápido un millón de dólares”.
Pura delicuencia envuelta en el manto marxista de la lucha por los pobres, secuestros como estos han habido miles en Colombia, la inmensa mayoría resultaron en muertes, algunos la familia pudo pagar, otros después de diez, quince años, sus familiares no saben aún si están vivo o donde fue enterrado.
‘Balas de Carmín’ es la historia de la sobrevivencia en ese mundo implacable, de una estudiante que aprende a matar entre esos guerrilleros, que su odio interno le hace saborear, encuentra el amor en otra mujer, con la que logra escapar y luego se convierten en sicarias al servicios de los ‘duros’ del narcotráfico. Como dice Lany “Mi trabajo era matar y que, en cualquier momento, debía de estar lista para hacerlo y salir indemne. Matar carísimo, sin fallos y sin despeinarme”.
Leer este libro es adentrarse en un viaje único dentro de la no tan conocida sangrienta historia contemporánea de Colombia, del amor entre mujeres, del abuso a estas, de vidas aniquiladas y al concluir nos queda ineludible una pregunta: si esos criminales secuestradores, asesinos y abusadores que luchaban por el bien de los pobres, destruyendo vidas y futuros sin ninguna piedad ni contención, hubieran llegado al poder, ¿qué hubiera pasado? Tenemos suerte que no ha sido así, y que podamos reflexionar sobre el tema en las páginas de ‘Balas de Carmín’
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‘Sueña Emily ciudades azules’, una novela de gatos escrita por Blanca Irene Arbeláez
En una noche de luna en la ciudad de New York, unas patitas felpudas suben a lo alto de un edificio. Avanzan lento y en silencio, para no ser descubiertas. Todo está listo para el gran banquete.
Así comienza ‘Sueña Emily ciudades azules’, una novela de gatos escrita por Blanca Irene Arbeláez.
Emily es una linda gatita gris que ha conocido por internet a Simon, un elegante y corpulento gato de patas blancas y pelaje taby azul y una nariz rosada como le gustan a Emily, tanto que desea casarse con Simon, a quien conoce en persona cuando Amanda, una amiga neoyorkina de su dueño, recién llegada a Colombia, los reune para llevar a Emily y a Simon, junto a sus amigos Kinito, Armenia y Esmeralda, a New York para pasar unas vacaciones con ella, esa ciudad azul en los sueños de Emily.
Ya en New York, la ansiada boda entre Emily y Simon tiene lugar en la terraza del apartamento, en la que oficia la ceremonia el famoso Felipito, actor hollywoodense.
Emily es una gatita muy talentosa, poeta y traductora de inglés, con lo que ayuda a su dueño Nan. Luego se relatan las vicisitudes que pasan cuando un perro persigue a Emily y al resto del grupo y tienen que internarse en las tenebrosas alcantarillas neoyorkinas y su encuentros con las gigantescas ratas que las habitan, pero que son muy amables, luego de esa huida, al salir a un parque, son atrapados por los siniestros miembros de ‘Animal Control’ que quieren poner a todo el grupo a dormir. Pero al final pueden salir vivo y regresar a sus hogares colombianos.
Para los que aman los gatos y los entienden, es una pequeña novela deliciosa.
©2014 by Ismael Lorenzo
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Un abanico de fantasías eróticas
Reseña de '¿Cuál es tu fantasía?', de Catherine Roberts, escrita por Ismael Lorenzo
©2014 by Ismael Lorenzo
¿Cuál es tu fantasía? es un libro de relatos de Catherine Roberts, que también en ocasiones publica bajo el nombre de Carolina Iñesta Quesada, un conjunto de siete relatos donde el erotismo es el principal protagonista. El estilo de Catherine es exquisito, suave y acariciante, a veces suena muy cerca de aquellos relatos eróticos inolvidables de ‘Las mil y una noche’ de nuestra juventud. En realidad el primer relato hasta se titula ‘La princesa del desierto’, pero es mucho más sugestivo y moderno que aquellas noches arábicas:
“Cuando Doreni liberó su miembro, las cuatro mujeres se detuvieron en seco, abrieron los ojos como lunas brillantes y soltaron un gritito”.
Luego siguen las descripciones de las ardientes doncellas dedicadas al gigantesco príncipe, que tan solo las preparaba sexualmente para luego entregarlas a su séquito.
Pero no todos los relatos evocan las noches arábicas, hay algunos más contemporáneos como ‘La cena de la empresa’, donde un grupo de oficinistas son invitadas a una gran fiesta de Navidad del trabajo, se respira bien recreado el ambiente comedido de una fiesta de empresa, y ahí ocurre el encuentro de la protagonista con un antiguo amor, suena algo a novela clásica romántica, pero el estilo fluyente y elegante de la autora y su imaginación, logran un cuento muy bien realizado.
En ‘El remanso del río’ suenan de nuevo los aires de los clásicos cuentos árabes, pero va mucho más allá, con un toque de particular revelación:
“Vi en su cara la sorpresa y el intenso placer y me sentí poderosa, aún más poderosa. Ya era mío. Acababa de ponerlo para siempre a mi merced. Acababa de descubrir el poder del sexo”.
Un comentario recordándonos en unas líneas un poder no mágico pero si ancestral.
En ‘Rescatada por él’ nos lleva a una época de guerra, donde una joven secretaria de un consulado se ve atrapada en el conflicto bélico, y entre el terror a las bombas que caen, un espía infiltrado en el consulado la rescata guiándola hasta lo profundo de una alcantarilla y luego a un refugio subterráneo. Y ahí entre las bombas que caen arriba comienzan apasionantes escenas amorosas.
Le pareció irónico que, a cuatro metros sobre sus cabezas hubiera una masacre, que hubiera lugar para el fin de muchas cosas; mientras que cuatro metros bajo el subsuelo había lugar para el amor, había lugar para un principio.
En el último relato la autora nos lleva a un ambiente piratesco, que nos recuerda aquellas historias de piratas de Rafael Sabatini, aunque con un toque de sensual erotismo, donde un grupo de audaces mujeres piratas son capturadas y luego vendidas en una subasta a un capitán de otro barco pirata. Es unCapitan Blood envuelto en aventuras sexuales más explícitas descritas con el feroz aliento de una mano femenina.
Al terminar de leer el libro, hemos recorrido un calidoscopio de erotismo que nos ha transportado desde ‘Las mil y una noche’ a las historias de guerra y de piratas, un viaje a través del tiempo que nos deja un agradable sabor y una originalidad que diferencian estos relatos y los hace sobresalir dentro de un tema que en nuestra época, nos lo tropezamos en cualquier medio.
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‘Palabras morbosas’, de Armando G. Muñoz, una pequeña obra maestra — Reseña por Ismael Lorenzo
Decía Ernest Hemingway que un escritor debe siempre tener en la nariz un radar detector de mierda. Quizás esta frase Hemingwayiana la hayan visto robada por ahí en algunas webs en esta época nuestra donde se ha perdido el profesionalismo y la capacidad de sonrojarse, pero el punto al que quiero llegar es que cuando comencé a leer el libro de Armando G. Muñoz, ‘Palabras morbosas’, mi radar funcionó a la inversa y me di cuenta que estaba ante un pequeña obra maestra.
Son cinco relatos, el primero ‘Mario o María’, es sobre un promiscuo bisexual, que nos va contando como su familia lo veía, como se fue iniciando, sus aventuras con ambos sexos, sus vicisitudes, como lo describe:
“Me prostituí como una vulgar ramera, fui a la cama de profesores y profesoras, de compañeros y compañeras de la compañía y la escuela, con algunos solo por tener sexo, por el placer de ver el semen correr. ¿Que importaba una raya más al tigre? Con otros, por una nota, un paseo, un jeans, dinero, era la más lujuriosa de las putas, el más chulo de los proxenetas”.
Y mientras nos relata sus andanzas eróticas, nos describe también como encuentra el amor, como lo pierde y al final un desenlace tan elegante como genial. Y aquí en estos detalles, es que está el toque de maestría y perdurabilidad de esta obra de Armando Muñoz.
Como en ‘Hoy te descubrí’, un amor traseúnte, tan intenso como efímero, donde las descripciones eróticas conducen al deseo de repetir algo casual, imposible. El amor online, lejano pero no por eso menos apasionado, a través del chateo de nuestro mundo moderno en 'Chateamos'. La dimensión humana de ‘Confesiones de una mujer de cuatro décadas’, donde se describe la violación a una niña, luego sus otras relaciones frustrantes, sus hijos, su pasión por vivir a sus cuatro décadas. Y el relato final ‘Ir a tu encuentro’, donde nos recuerda que ‘“Quien vive sin cometer alguna locura, no es tan prudente como supone”.
Después de este recorrido corto pero profundo, queda la satisfacción que nos proporciona la buena literatura.
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"Trust' y los peligros que acechan en el mundo online
©2913 by Ismael Lorenzo
‘Trust’, es una película solo posible en nuestro actual mundo online, dirigida por David Schwimmer, con una actuación soberbia de Clive Owen como ‘Will’ el padre de ‘Annie’ (Liana Liberato), la niña de 14 años que cae en las garras de un depredador sexual, con el que chateaba
Este primero le había dicho que tenía 16 años, luego 20 y después 25, finalmente cuando se encuentran en un Centro Comercial, descubre que tenía treinta y pico de años largos, él la invita a su coche y luego la lleva a su habitación en un hotel donde la viola.
Una amiga un poco mayor que los había visto junto en el Mall, denuncia esto en la escuela, donde llaman a los padres y luego comienzan la investigación policial.
Resulta que ‘Charles’ (Chris Henry Coffey) es un depredador habitual buscado en varios estados, por lo que el FBI le seguía el rastro. ‘Will’, el padre empieza a buscarlo enloquecido por todos los diversos sitios de chat sexual que existen, el agente del FBI le dice que hace varios años que tratan de capturarlo, pero que se conectaba a través de cuentas en lugares tan lejanos como Checoslovaquia.
Lo peor de estos hechos es que no terminan en la violación, sino que ahí comienzan las secuelas, lo que era una feliz familia de clase media, se halla ahora destrozada por las peleas entre los padres ‘Will’ y ‘Lynn’ (Catherine Keener) , la chica antes una estudiante de High School, feliz, ahora bajo tratamiento de una sicólogo (Gail Friedman).
Al final se ve al depredador con su propia familia, esposa y un hijo, muy respetado en su medio.
Es una tragedia que le puede pasar a cualquier familia con hijas o hijos teenagers, en esta era de Internet, los recursos mayores hoy en día de las agencias federales van contra el terrorismo, y no se mira estos enemigos internos.
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'Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio', novela de Elena Martínez
©2013 por Ismael Lorenzo
El título me atrajo, porque quién en este mundo moderno no ha sufrido aventuras y desventuras en ese infinito ciberespacio. Pero al comenzar su lectura nos encontramos algo más bien inesperado: su humor contagioso, la búsqueda del amor y unas andanzas tan llenas de embarazosas aventuras cybers, que lo hace emparentar salvando las distancias temporales, en su atracción y delicias de humor, con aquel John Kennedy Toole de ‘La conjura de los necios’, una de las obras maestras de nuestro siglo XX.
Y Mari Loli nos trae esa risa una y otra vez en la que no podemos parar. En todos mis largas lecturas de nerd nunca había podido encontrar un equivalente tan merecedor y cercano a John Kennedy Toole como este libro de Elena Martínez.
Cuando uno se integra al libro, porque es un inmenso chat donde no todos hablan, pero leemos atentos los cotilleos de los otros, empezamos a comprender los anhelos y confesiones de la narradora principal, que empieza comiéndose unos bomboncitos en forma de pene que se ha comprado esa tarde en el supermercado erótico, y luego nos habla cuando compró su primer consolador, a los dos años de romper con su ex.
“Me costó mucho decidirme pero, al final, pudo conmigo la pura necesidad: hay que poner orgasmos en nuestras vidas, y con un poco de ayuda se consiguen más fácilmente”.
De izq. a der. Alfonso Aguado, Elena Martínez y la encargada de la presentación Sophie
Hay una segunda voz dentro de esta novela ‘Pater Iracundus’ (Alfonso Aguado) magistral y divertido también, un señor ya mayor escandalizado por estos tiempos que corre, y que la aconseja:
“Encauce su vida por el buen camino y si tiene usted la grupa caliente, dese una ducha fría. El calor que siente entre los muslos no es nada comparado con el que hace en el infierno...”
Durante toda la novela esas confesiones de Mari Loli nos hacen reír porque aunque sean comunes, son poco usuales a plena luz, son esas confesiones de chica sola que trabaja en un ‘call center’, y su búsqueda de algo que sino es amor, por lo menos encontrar a alguien decente que le eche un polvo, esto parece fácil en el mundo actual pero no lo es y eso es lo que nos va revelando este libro, y mientras trata de encontrar eso, Mari Loli se ayuda con sus eficientes consoladores de hasta siete velocidades:
“Me tumbé en la cama y, tras enchufarlo para que vibrase, hice que el conejito me demostrase si todo aquello que prometía hacer era cierto. Una locura, nunca había tardado tan poco tiempo en conseguir un orgasmo. ¡Qué día aquel en el que volví a perder la virginidad!”.
Vivimos un mundo de soledad dentro de la multitud, y un medio de salir de la soledad son esos chateos que nos permite la web, donde a veces surge el amor, se encuentra a alguien con el que congeniamos como nadie antes, pero está a miles de millas de distancia, esta es una de las tragedias de esa realidad, donde no siempre todo es real y en ocasiones las verdaderas identidades son tan elusivas como sus fotos y nombres de perfil, y donde los malentendidos abundan. Es nuestro mundo virtual, con sus ventajas y desventajas y es lo que nos va revelando este libro. Esas nuevas formas de interactuar, esas nuevas realidades, esa nueva osadía femenina:
“Mis copas de vodka negro con lima bajaban a una velocidad demasiado rápida, la cabeza me daba vueltas y, en una de estas, le pregunté claramente si iba a enrollarse conmigo o no, porque no tenía toda la noche”.
En el fondo, el libro de Elena Martínez es una novela romántica dentro de un formato magistral y moderno, una originalidad de la que hoy no abunda y un humorismo que pasa por una nueva ‘picaresca española’ hasta John Kennedy Toole, ese cibermundo del que se ha tratado poco, porque es algo nuevo. Y que es más romántico y práctico de lo que muchos piensan, aunque a veces no es tan fácil llegar hasta lo último en el cyberspace: “Y si no me lo he tirado es porque no ha habido una ocasión para hacerlo todavía…”, afirma Mari Loli.
Al final todos nos alegramos de que Mari Loli haya podido encontrar su amor, haya tirado sus polvos y no tenga ya que recurrir a sus útiles juguetes. ‘Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio', una obra que perdurará porque nos lleva dentro de la realidad que no vemos y eso es una de las tareas de la literatura.
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Gatos y escritores
© 2013 por Ismael Lorenzo
La relación entres escritores y gatos siempre ha sido larga y extendida, soy amante de los gatos y soy escritor, pero hablando hoy con un egresado de una isla salvaje todavía cargando trabajoso todo tipo de atavismos, me decía que cómo era posible que no tuviera perros, más apropiados y masculino, aunque en otros tiempos he tenido perros que tuve que dejar atrás cuando salí precipitado de una isla salvaje, hoy creo que los gatos, con sus personalidades alejadas y altaneras, parecidas quizás a la de muchas poetas, me atraen mucho más, por supuesto que nos traen infinidad de problemas, pero el amor y compañía que brindan es incomparable.
De la relación de escritores con los gatos se pueden dar muchísimos ejemplos, desde Jack Kerouac hasta Julio Cortázar, desde Ernest Hemingway hasta Jean Paul Sarte, desde Truman Capote hasta Carlos Monsivais, y estos son los más famosos, si incluimos en la lista los menos conocidos se extendería casi infinitamente. Y como decía Hemingway, "un solo gato, lleva a otro más".
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Mi niña Lucy y sus lindos nenes
©2013 by Ismael Lorenzo
Mi niña Lucy se ha puesto muy celosa porque publiqué en FB una foto mía con ‘Bella’, la nena de mi vecina, por eso publico esta de ella ahora, ha quedado como lo que es, una estrella. Desde muy niña se paraba al lado del edificio donde yo vivía, a pedir comida, yo se la servía en el ‘Laundry Room’, pero un día temprano, que iba a lavar unas ropas, oigo un ronroneo muy fuerte en una esquina y era mi niña Lucy que había tenido cuatro nenes, les traje comida, pero como a las dos o tres semanas tres de ellos desaparecieron, Lucy se veía que los buscaba por todas partes, no sé si alguien se apoderó de ello o el manager del edificio los botó, solo quedó una de esa camada ‘Linda’, con la que Lucy andaba siempre en los meses posteriores, hasta que ‘Papá Billy’, un Tomcat muy hermoso que andaba por el barrio, le volvió a hacer una trastada.
Como a los dos meses mi niña estaba ya redonda de su barriga y no acababa de dar a luz, un día en la mañana salgo al pasillo y la veo q sube trabajosamente hasta mi segundo piso, nunca lo hacía, en las escaleras se topó con un vecino antigato que la trató de patear (siempre son gente de personalidades y físicos repugnantes), como tenía abierta la puerta de entrada por la cocina, entró y se tiró en el suelo como cansada. Le di comida y a la mañana siguiente la llevé a la veterinaria y la dejé para recogerla después, cuando llamé un poco más tarde me dijo que le habían hecho una cesárea a Lucy y ahora era la feliz madre de ocho nenes.
A todos los amamantó, tenía su nuevo hogar en la cocina. Mi gato Donald parece que pensaba que eran sus hijos, porque hacía guardia al lado de ellos y gruñía cuando alguien se acercaba, mi niña Lucy los cuidaba a todos, y los ocho nenes se arreglaban entre sí por las seis tetitas, mientras la madre ronroneaba de contenta.
A los dos meses, comenzamos a tratar de regalar algunos, de hasta lugares tan lejanos como New York vinieron a llevarselos, nos quedamos con tres, BillyJr, Sheila y Don Quijote, y claro, mi niña Lucy también ya se quedó dentro de la casa. A Linda, la hija del primer parto de Lucy no la pudimos recoger, era muy escurridiza, aunque estaba siempre en los alrededores buscando a su mamá, con mi hija Paoli estuvimos varias noches tratando de cogerla, pero se nos desaparecía.
Después nos mudamos y ya se hizo imposible, pero antes Linda había traído dos de sus nenes al ‘Laundry Room’, donde ella había nacido y sabía que se ponía comida, a Lilly y Tony, nos lo llevamos al mudarnos. Un poco antes, Paoli había hallado un gatito muy listo de cuatro o cinco semanas rebuscando comida en los latones de basura, parecía otro hijito de Linda, lo subió a casa y le empezamos a dar su leche con un goterito, tenía pulgas, lo bañamos, pero luego creció y creció, hoy Felipito pesa 16 libras y es muy apuesto y comelón.
Un año más tarde, ya viviendo en la playa, en un lugar donde no permitían gatos, me entero que a quien se le habían entregado los nenes para que los cuidara, se había cansado y los había arrojado detrás de la Ermita de la Caridad, con un amigo fui a buscarlos y recogimos a todos, excepto Lilly, escurridiza como su madre.
Lily y Jaime, otro gato no de la familia de Lucy, pero que Paoli había traído también, de un pelo largo y negro, hermoso y muy cariñoso, tampoco lo pudimos hallar, metido en los bosques cercanos. Luego me han dicho unos amigos que lo han visto en los alrededores de la Ermita, donde las monjitas le daban comida. A Lily, un americano medio loco o quizás más cuerdo que todos nosotros, que acostumbraba a darles comida a los gatos de por ahí, parece que la adoptó.
Cuando traje a los otros nenes para mi studio en la playa, Lucy ronroneo toda la noche de contenta por estar con su papá, pero BillyJr se sentía mal, estuvo quejándose y quejándose tirado en el suelo, yo le pasaba la mano para calmarlo, toda la noche. En la mañana llamé a una amigo para que me diera el viaje al SW de Miami, donde conocía que había un veterinario un poco más módico, pero cuando lo puse en la camilla y entró el veterinario, nada más de mirarlo me dijo que no se podía hacer nada, parece que algo que había comido cuando lo abandonaron detrás de la Ermita lo había envenenado. Hubo que ponerlo a dormir, era el más bello de mis gato, como Papá Billy, hermoso y muy cariñoso, siempre lo recordaré. En mi studio en la playa, una cuadra antes del Fontainebleu, viví con los seis escondidos por varios meses, hasta que un día el Manager en una fumigación los descubrió, pero me arreglé con él regalándole una botella de ‘White Horse’ de vez en cuando. Finalmente, a través de los contactos en la radio para la que trabajaba, conseguí la ayuda de CatNework, una organización para ayudar a los gatos, y hoy vivimos felices en un sitio benévolo a los gatos. Siempre recuerdo al gran Guillermo Cabrera Infante, uno de nuestros grandes escritores: “Hay dos tipos de personas, las que les gustan los gatos, y las otras”.
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Publicado en la Revista Sinalefa, No. 17, mayo–agosto, 2007
“La Conjura de los Necios”
“A Confederacy of Dunces” de John Kennedy Toole
© 2010 por Ismael Lorenzo
Hace más de veinte años, viviendo en New York, un amigo me prestó una novela, “A Confederacy of Dunces”, de John Kennedy Toole, me pareció tan graciosa y maravillosa que decidí que merecía la pena comprarla, pues acostumbro a devolver los libros que me prestan. Cuando fui a buscarla en las librerías neoyorkinas, para mi pesar no pude encontrarla, allá en 1984 volaba de los anaqueles de las librerías.
Un par de años después, cuando caminaba por Santa Cruz, una playa de California con unas calles tan parecidas todas que no podía encontrar dónde había dejado aparcado mi coche, pasé frente a una pequeña librería y decidí entrar para refrescarme del calor de verano. Allí vi un ejemplar de “A Confederacy of Dunces”, y me apresuré a comprarlo, después he comprado muchos más, que he dado como regalos, creo que un libro es un excelente y saludable obsequio y no hay nada más refrescante que esta novela de John Kennedy Toole.
Este genio de la literatura se suicidó el 26 de marzo de 1969 en Biloxi, Missisipi, a los 31 años conectó una manguera de jardín al escape de su coche y puso la otra parte a una abertura de la ventanilla trasera, con las otras ventanillas cerradas con él adentro. Siempre me ha pesado cuántos magníficos libros nos hubiera podido dar, sino hubiera ocurrido esto.
Toole estaba convencido que había escrito una obra maestra, sin embargo ningún editor de la época (1966) quiso publicarla. Simon & Schuster, la famosa editorial neoyorkina, le respondió como motivo de su rechazo que “la novela no era sobre nada específico”. No me cabe duda que el lector de esta prestigiosa editorial que rechazó la novela, pertenecía a la Confederación de los Burros. (Una traducción más correcta de “dunce” es burro, pero en español luce un poco fuerte, quizás por eso quedó como “La Conjura de los necios”). En esa ocasión como en muchas, los necios vencieron.
Casi siete años después de la muerte de Toole, sólo la insistencia de su madre Thelma Ducoing con el escritor Walter Percy, que enseñaba literatura en la Loyola University de Nueva Orleans, en 1976, logró que este leyerara la novela, quedara encantado y usara sus influencias para lograr publicarla en 1980. Once años después de la muerte de su autor y más de catorce años de haber sido escrita. Por esta novela que nadie quería publicar, al año siguiente, 1981, John Kennedy Toole recibió postumamente el premio Pulitzer de Ficción. Un poco tarde, pero ahí queda la novela, de la que se han vendido más de dos millones de ejemplares y traducida a 18 idiomas.
En New Orleans existe una estatua a Ignacius J. Reilly, el extravagante protagonista de “A Confederacy of Dunces”. Y esto da una idea de cuán popular ha llegado ser esta obra.
Ignacius era un gordo altanero, de vestir estrafalario, que se autoconsideraba un genio en un mundo en decadencia que había que cambiar. Su madre lo había enviado a una buena universidad, pero sin ningún interés en sacarle provecho a sus estudios, se pasaba la mayor parte del tiempo acostado viendo televisión y dándole a su guante. Pero su madre, algo dada al vino, había destrosado el balcón de una casa con la parte trasera de su coche, y para pagar esta deuda quiso que Ignacius trabajara.
Y son estos intentos de buscar trabajo de Ignacius, para huir de las cantaletas de su dominante madre, lo que componen las innumerables divertidas situaciones de esta novela. Entre otras cosas, es una escondida burla a toda una serie de valores de los liberales norteamericanos, como la huelga en la fábrica de pantalones vaqueros, donde los negros trabajadores miraban un poco extrañados esa sábana manchada de ... y usada para escribir consignas. Huelga que duró sólo unos minutos, o su promiscua amiga neoyorkina siempre a la última de las consignas liberales.
La novela comienza cuando Ignacius J. Reilly, alto, gordo, voluminoso, tranquilamente aguardaba por su madre afuera de una tienda por departamento, vestido con unos amplios pantalones de tweed, una camisa a cuadros de lana y una gorra verde con orejeras, que no encajaba bien en su cabeza debido a la gran cantidad de pelo que tenía.
Mientras su madre hacía las compras dentro de la tienda, Ignacius miraba con desprecio a todo el mundo a su alrededor, y analizaba el mal gusto de ellos al vestir. De pronto, despierta las sospechas de un sagaz policía encubierto que le pide una identificación. Quería ver su licencia de condución. Ignacius nunca en su vida había conducido un coche y no tenía licencia de conducir. El policía se apodera con sospecha de una inocente bolsa que llevaba Ignacius con hojas de música. De ahí en adelante, Ignacius le empieza a gritar que vaya a perseguir a prostitutas, proxenetas, tahures, exhibicionistas, alcohólicos, onanistas, sodomitas, pornógrafos y lesbianas de los que Nueva Orleans estaba llena y lo golpea con las hojas de música. Todo esto forma un tumulto en el que varios salen en defensa de Ignacius. Lo que aprovecha este para huir con su madre que acaba de salir de la tienda.
Luego de alejarse del policía encubierto que finalmente arrestó a un inocente viejo que lo acusaba de comunista, Ignacius y su madre entran a un bar cercano para refugiarse y tomar un par de cervezas. Los sucesos en este bar, más tarde, iniciarán otra línea de narración, que se irá mezclando con la narración de las aventuras y desdichas de Ignacius. Luego que salen del bar, la madre de Ignacius, algo tomada embiste con la parte trasera de su viejo Plymouth contra una columna que soportaba un balcón, derrumbándolo. De la necesidad de pagar esta demanda, comienzan los acicates para que Ignacius trabaje, también la amistad de su madre con el Mancuso, el policía encubierto que quiso arrestarlo y luego asistió a la escena del accidente del balcón, esta es otra línea narrativa que se entremezcla con las dos anteriores.
Esta no es simplemente una novela divertida, su atracción y perdurabilidad consiste en que en nuestro vivir diario cualquiera se tropieza con estos necios que nos hacen la vida más imposible y difícil de lo que es. Son las múltiples formas de burócratas, fanáticos, arrogantes, corruptos y superficiales snobs que pululan en nuestro mundo moderno.
John Kennedy Toole escribió sobre ellos, enseñándonos que una forma de combatirlos es con desprecio. Toole siempre se destacó, algo que atrae envidias. Al graduarse de la Tulane University, en New Orleans, obtuvo una beca para la Columbia University, donde hizo su Maestría en inglés y comenzó su doctorado, que tuvo que interrumpir para ir a cumplir su servicio militar. Fue destacado a Puerto Rico, donde escribió la mayor parte de "A Confederacy of Dunces".
Desde que Toole terminó esta novela que nunca pudo publicar en vida, ni mucho menos “La Biblia de neón”, su primera novela que escribió a los dieciseis años, hasta nuestros días, se han publicado y elogiado decenas de miles de libros que nadie ya recuerda. Sin embargo, A Confederacy of Dunces (La conjura de los necios) sigue leyéndose y releyéndose con gran placer. Al final Ignacius J. Reilly ha ganado su lucha contra los burros de todos los días.
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Los peligrosos escritores y poetas
©2013 por Ismael Lorenzo
Por una razón no muy clara, las dictaduras de cualquier tipo siempre han temido y por lo tanto perseguido encarnizadamente a los escritores y poetas. Los que han pasado a través de sus prisiones y campos de concentración o sufrido el acecho de la persecución son una amplia y diversa gama.
Quizás uno de los ejemplos más conocidos es el premio Nobel Alexander Solzhenitsyn y sus relatos de los Gulags soviéticos, también otro premio Nobel Herta Müller sufrió persecución y combatió esos campos de concentración donde su madre había sido deportada cuando tenía 17 años.
García Lorca uno de los grandes poetas de nuestra lengua, fue fusilado por la dictadura franquista, y también recordamos a los escritores cubanos Heberto Padilla, que estuvo en prisión, Reinaldo Arenas pasó dos años de prisión, al pintor y escritor Jaime Bellechasse, que pasó cinco años en prisión, al periodista y escritor Daniel Fernández, también estuvo en prisión, y a Guillermo Cabrera Infante, que murió en el exilio en Londres, y las dudas actuales sobre las causas de la muerte de Neruda surgen de todos esos preocupantes antecedentes de las persecuciones de las dictaduras a escritores y poetas.
Los anteriores citados son solo algunos de los que me han venido a la mente, pero la lista es larga en cualquier parte donde hayan existido o existan dictaduras, donde sus peores enemigos son los peligrosos libros de escritores y poetas, no es extraño entonces que los genuinos escritores y poetas sean también acérrimos enemigos de las dictaduras.
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Lula Carson Smith, (Georgia, 1917 – Nueva York, 1967), más conocida como Carson McCullers. Su obra literaria fue más bien corta, pero ha perdurado por décadas. Su padre, igual que Wilbur Kelly en El corazón es un cazador solitario, fue un acomodado joyero y relojero. A los 15 años su padre le regala su primera máquina de escribir.
Por esas fechas, en 1932, enfermó de una fiebre reumática mal diagnosticada que la hizo estar en cama durante semanas. Dos años más tarde es enviada a la Juilliard School of Music en New York para estudiar piano, pero nunca asistió a la mencionada escuela, habiendo perdido el dinero guardado para su instrucción.
Trabajó en empleos menores y estudió escritura creativa en la Universidad de Columbia y en el Washington Square College. En 1935 conoció a Reeves McCullers, un soldado voluntario y aspirante a escritor. Decide ella también hacerse escritora dejando de lado su carrera musical y publica en 1936 una obra autobiográfica, Wunderkind, en la revista Story. Reeves abandonó el ejército y se fue con ella, matriculándose también en la Universidad (Periodismo y Antropología). Estuvo con ella en Georgia cuando Carson tuvo una recaída en su enfermedad. En esa época, escribe The Heart is a Lonely Hunter (El corazón es un cazador solitario) y en 1937 se casan, adoptando ella el apellido de él para su carrera literaria.
En 1940 conoció en Nueva York a los hermanos Klaus Mann (Erika y Klaus) y al marido de ella, el poeta inglés W. H. Auden. Tras divorciarse de Reeves, se muda con ellos a vivir a Brooklyn. Conoce a la escritora suiza Annemarie Clarac-Schwarzenbach y mantiene una relación sentimental con ella. Al tiempo, se publica Reflejos en un ojo dorado.
Realizó diversas estancias en la colonia de artistas de Yaddo, en Saratoga Springs, donde conoció a Katherine Anne Porter, con la que también mantuvo una relación.
La enfermedad volvió a acechar a la escritora y en 1941 sufrió un ataque cerebral que la dejó paralizada de un costado; sufriría dos más en 1947.
En 1945 vuelve a casarse con Reeves. Los últimos años de su vida son físicamente calamitosos, con dolores constantes y un grado de invalidez considerable. No obstante, siguió con su actividad social e intelectual. Después de la Segunda Guerra Mundial, vivió mayormente en París, donde trabó amistad con Truman Capote y Tennessee Williams
Tras varios ataques al corazón, sufrió un cáncer de mama, muriendo en 1967 en el Hospital de Nyack en el Estado de Nueva York.
The Heart is a Lonely Hunter, (El corazón es un cazador solitario) fue filmada en 1968, con Alan Arkin en el papel principal. Reflections on a Golden Eye (Reflejos en un ojo dorado), la filmó (1967) John Huston, teniendo en los papeles principales a Marlon Brando y Elizabeth Taylor.
Bibliografía
▪ El corazón es un cazador solitario (1940)
▪ Reflejos en un ojo dorado (1941)
▪ Frankie y la boda (1946)
▪ La balada del café triste (1951) [relatos]
▪ The Square Root of Wonderful (1957) [teatro]
▪ Iluminación y fulgor nocturno. Autobiografía inacabada (1999)
▪ El aliento del cielo [Comprende la totalidad de sus cuentos, trece de ellos inéditos en castellano, y sus tres novelas cortas, Reflejos en un ojo dorado, La balada del café triste y Frankie y la boda] (2007)
▪ "El mudo", [primer esbozo de El corazón es un cazador solitario, y otros textos, ensayos sobre literatura] (2007)
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La era de la cultura ‘light’
© 2013, por Ismael Lorenzo
La sociedad de la cultura ‘light’ se basa en el menor esfuerzo, en aquello de que es más fácil mirar que leer, es más fácil repetir que pensar, más simple lucir que ser, es nuestra época, donde los más solemnes pensamientos se expresan en los 150 caracteres de Twitter, así como las más solemnes tonterías.
Sobre este tema de la desaparición de la cultura como tal, se ha escrito bastante, entre lo más reciente se halla ‘La civilización del espectáculo’, de Mario Vargas Llosa, donde este hace un minucioso análisis de esta poscultura, desde T.S. Elliot hasta Guy Debord, de esta poscultura donde la imagen y la música sustituyen a la palabra. Donde cualquiera puede exponer sus opiniones por delirantes o idioticas que sean ante miles o decenas de miles, la era de las redes sociales y los comentarios en los diarios.
Como dice Vargas Llosa en el libro citado: “La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien”.
Me pregunto cómo es que hemos llegado hasta aquí, es cierto que hay razones tecnológicas, primero los cables televisivos, luego el Internet, sus redes sociales desde Facebook hasta Twitter y YouTube, emails que no cuestan nada, las fotos y vídeos tomados con un simple teléfono celular, los teléfonos ‘smarts’ con acceso a esas redes, el abaratamiento de los laptops y los iPads, los webcams, todos una gama de innovaciones tecnológicas que nos llevan a la supremacía de la imagen y al deterioro de la palabra pensante, porque los mensajes de textos tan en moda no tienen la fuerza de la literatura ni se lo proponen.
Los nuevos escritores, hombres y mujeres, están formados en esta superficialidad, aunque existen de mucho talento, sus preferencias culturales no van más allá de sagas como Twilight, de Stephanie Meyer y sus vampiros, la violencia y la fantasía de 'Juegos de Hambre' o ‘Juegos de Tronos’, o a la irrealidad rosa de las novelas romances y no tienen ninguna intención ni preocupación de crítica social, aunque el mundo se les esté hundiendo alrededor, simplemente no les interesa.
Facebook o Twitter son un ejemplo de esta banalización, si analizamos cuántos leen una noticia sobre menores abusados por curas, o sobre el tráfico humano, o sobre las violaciones diarias en la India, los ‘likes’ no llegan ni a una docena, y comparamos cuántos leen una página como la de la chilena ‘Joven y Alocada’, (más de 27,000 seguidores en Facebook), llevada al cine por la directora Marialy Rivas, donde expone, en una jerga ‘alocada’ todas las hazañas sexuales de ‘Daniela’, con el sexo opuesto y con el mismo sexo, una joven curiosamente de familia evangélica. Es nuestra época, de no tomar nada demasiado en serio, aunque a nuestro alrededor sigan habiendo escenarios de guerras, crímenes y violaciones, explotaciones y ‘tráfico humano’, esa forma ‘light’ de llamar al trabajo sexual esclavo o al trabajo doméstico sin remuneración.
Basicamente, solo han cambiado las formas de comunicación y entretenimiento, los políticos siguen siendo tan bandidos como siempre, los banqueros tan avariciosos como siempre han sido, los criminales tan criminales o más, los dictadores por demagogia revolucionaria o fanatismo religiosos tan sanguinarios como lo han sido en toda la historia humana. Pero las nuevas generaciones y muchos de generaciones anteriores no se fijan en esto, no les interesa, no se debe de hablar de estos temas, no es ‘cool’. ‘LOL’ (laughing out loud) es una de las expresiones más comunes de esta cultura ‘light’, todos ‘a reírse y bien alto’.
Pasarla bien hasta que les toque, y aunque a muchos les toque, les pasa inadvertidos a todos los demás. La pregunta para hacernos es hasta dónde llegará todo, y por más que pensemos, una respuesta optimista no nos viene a la mente.
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EL TREN SECUESTRADO EN LA BAHIA DE GUANTANAMO— 1968
© 1992— 20013, Por Ismael Lorenzo
Publicado originalmente en 1992 en la Revista EXITO, Miami, FL
Desde la medianoche, en los cañaverales cercanos al central Cecilia, esperaban el tren para Boquerón (Bahía de Guantánamo), de horario secreto. Una semana antes habían aguardado en vano. Hoy era 24 de febrero de 1968. La frialdad de la madrugada empezaba a entumecerlos cuando, alrededor de las cuatro, oyeron el ruido de la locomotora y los vagones cargados de azucar.
El tren se detuvo en espera de vía libre. Cuando arrancaba ya de nuevo, José Vásquez, mecánico de diesel pero ahora en uniforme verde olivo, y su hermano Conrado, retranquero ferroviario, corrieron hacia la locomotora gritando que había en los vagones un infiltrado queriendo escapar a la base naval USA. El maquinista detuvo el convoy de inmediato, y José y Conrado subieron y encañonaron a la dotación.
Unas semanas antes, en complicidad con otro hermano, habían asaltado una unidad militar y se apoderaron de tres AKM, varias pistolas, y municiones. Esta acción le costó una sentencia de 25 años al hermano de ellos que servía como recluta. Nunca la terminó; lo mataron misteriosamente en prisión.
Seis complotados más, también armados, saltaron dentro de la locomotora. Entre ellos, un hijo de José, de 20 años, y dos de Conrado. Mientras José ponía en marcha el tren, otros de los que también habían subido, saltando de vagón en vagón, llegaron al ultimo, donde uno de los empleados, notando que algo andaba mal, se había tirado a tierra y dirigido al ingenio.
A media milla de camino, cinco mujeres y más de media docena de hombres abordaron el tren a los gritos de “¡Viva la revolución!”, “¡Vamos a cortar caña!”. El tren siguió a toda velocidad hacia Boquerón. Al pasar una garita militar, uno de los complotados, en uniforme, saludó militarmente, y el guardia respondió. Cuando en una segunda posta el guardia contestó el saludo, el complotado, sin vacilar, le hizo un gesto obsceno. Allí comenzaron los tiros.
La próxima posta comenzó a disparar cuando tuvo el tren a la vista. Amanecía. Poco antes de la siete de la mañana el convoy se acercó a las salina. A unos 200 metros de la cerca de la base.
Una vez llegado el tren de la salina. Conrado quiso que su hermano lo detuviera, pues si bien la distancia era un poco mayor, no había guardia. José dijo que no, pues quería detener el tren más adelante, donde había otra posta, pero a solo 50 metros de la cerca.
El tren continuo cuesta arriba mientras los dos hermanos proseguían su acalorada discusion, hasta que José se decidió por un término medio y detuvo él el convoy.
Frente a ellos había un centinela a quien José le tiró con su AKM. El soldado, quien acababa de quitarse una bota, salió corriendo. Sus pies, en la penumbra del amanecer, se veían uno negro, con la otra bota, y uno blanco, descalzo.
Juan José Vázquez, “La Araña”, hijo de José, había saltado del tren en un manglar, enterrándose en el fango hasta las rodillas. Las cinco mujeres también se habían tirado. El viejo José les gritó que lo siguieran y, caminando por el borde de la línea férrea, llegó a suelo firme y comenzó a correr hacia la base USA.
Conrado no siguió el camino de su hermano sino que se lanzó directamente a través de los manglares con sus dos hijos. “La Araña” lo siguió con lentitud para la ocasión, él que había ganado su apodo porque en los juegos de béisbol decían que corría con tanta velocidad que parecía tener ocho patas.
Un guardia fronterizo salió de entre los mangles inesperadamente frente a Conrado, pero retrocedió atemorizado sin disparar cuando éste sacó el machete. Desde a pie de la cuesta los soldados castristas comenzaron a disparar. Conrado cogió hacia la izquierda con uno de sus hijos. El otro, Conradito, cayó empapado en sangre. Su primo “La Araña” se hallaba a unos 25 metros de la cerca y oía a los marines que le gritaban “ jump, jump”.
La “Araña” corrió a auxiliar a Conradito. En ese momento sintió un dolor en el muslo izquierdo; una bala lo había atravesado. Los fronterizos que disparaban desde abajo subieron a capturarlo.
El sol comenzaba a salir con toda su fuerza. Los marines disparaban sus armas; lo hicieron por largo tiempo, en espera de que algunos de los que hubieran quedado escondidos entre los mangles pudieran llegar hasta le cerca de peerles USA, según le contraron otros capturados a “La Araña” al encontrarse después en la Prisión de Boniato. Cinco fueron a parar allí, condenados a 10 años de cárcel; uno murió, Conradito Vásquez.
Quince consiguieron asilarse, entre ellos las cinco mujeres y los indómitos jefes de la acción, José y Conrado, quien recibió en el estómago un balazo pero que no le impidió saltar la cerca.
Luego de seis años de prisión, en 1974 Juan José, “La Araña”, quien se había acogido a los planes de rehabilitación y era menos vigilado, fue hasta la localidad de Yateras, al oeste de la base, y de ahí salió con un amigo en auto. Se lanzaron del vehículo y, caminando toda la noche, atravesaron un campo minado y siete cercas que los separaban de la base USA, donde por fin esta vez “La Araña” sí pudo llegar. ◙
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‘Sakuntala la mala’ reivindica su nombre
© 2010, 2012, por Ismael Lorenzo
‘Sakuntala la mala contra la Tétrica Mofeta’, es una novela en la que su autor Daniel Fernández recuenta la atmósfera de persecución y locura juvenil de aquella Habana de los años ’60 y ’70. Ficción y realidad se mezclan con gran maestría, dando comienzo cuando el personaje ‘Sakuntala la mala’ o ‘Daniel Sakuntala’, y otras varias formas en que lo denominaba por Reinaldo Arenas, en su novela ‘El color del verano’, llega al periódico ‘El Nuevo Herald’ para hablar con su alter ego, el periodista Daniel Fernández, y tratar de esclarecer las manchas sobre su persona vertidas por la imaginación exuberante y excesiva de Arenas.
‘Sakuntala’, con su aire de Gloria Swanson, trata de reinvindicar su buen nombre, que no es una ‘loca’ cualquiera, sino una muy leída y con mucho talento. Y desde estas conversaciones entre el personaje de ficción y la persona real, se va desenvolviendo una trama llena de un humor contagioso, donde se habla de amigos y delatores, de informantes y perseguidos, de locas y bugarrones.
De seres tenebrosos como Coco Salas, que ayudó a que Reinaldo Arenas cayera preso en El Morro, y que luego denunció a Daniel Fernández por su otra novela ‘La vida secreta de Truca Pérez’, lo cual le costó cuatro años de prisión en el Combinado del Este.
En aquella Habana de finales de los años ’60, de guerrilleros y marchas, de himnos y Comités de Defensa, el muy joven Daniel Fernández, teñido el pelo de rubio y ropa extravagante, sobresalía como una ‘loca’ que ya por ser homosexual rompía con la combativa revolución y con el pecado aún más grande de ser desafecto al régimen. Aún así, en aquel mundillo seudointelectual habanero, Daniel Sakuntala, así llamado porque luego de leer la obra de Kali Dasa, ‘Sakuntala’, siendo un adolescente, la comentaba constantemente en las tertulias, la cinemateca y la heladería Coppelia.
Pero Daniel Fernández siempre fue alguien auténtico, en aquella época, cuando era la moda de muchos andar con un libro en la mano, él los leía. Que a pesar de su cultura y talento, tuvo que trabajar diez años de estibador porque no le daban trabajo en otra parte por su condición de homosexual y desafecto.
La novela va desenvolviendo con gracia, personajes de aquellos años ’60 y ’70 en La Habana, como el poeta Delfín Prats, de manifiesto talento, que nunca llegó a salir de Cuba y terminó alcohólico, frustrado y destruido, a quien recuerdo una vez, cuando caminando por el Prado habanero, con gran alegría me enseñó su libro ganador de un concurso de poesía de la Unión de Escritores, del que sólo se imprimió ese ejemplar de prueba, porque algún envidioso en la Uneac decidió que no era revolucionario.
Del pintor Jaime Bellechasse, condenado a cinco años de prisión por soltar unas simples proclamas en un cine. La novela recrea esa paranoia de todos los días, si te habían puesto micrófonos en la casa, si tenían tomado el teléfono, si te seguían, si ese pretendido amigo era en realidad un informante, cuánto sabría de ti la omnipotente Seguridad.
También recuenta ese mundillo de libros y tertulias, de ávidas lectura, de genios literarios como Virgilio Piñera, tan tímido como astuto, del hotel Monserrat, donde vivió Reinaldo Arenas luego de salir de la prisión y donde también vivía el dudoso Coco Salas. Esas vivencias que me hacen recordar de aquellos ‘te’ caliente sin apenas ‘te’, porque no había más nada que brindar, que servía Reinaldo Arenas en su pequeña habitación.
Es una novela que para los que vivimos esos años nos trae recuerdos, para los que no, le da otra visión, más real, más verdadera, que la ofrecida por los Oliver Stone y Roger Moore del momento.
En el final, Sakuntala la mala nueva reina de Cuba, en la Plaza Real de La Habana (antigua Plaza de la Revolución), aparece desnuda en la tribuna a dar su primer discurso, donde antes de empezar a hablar del futuro, impone:
“que se haga un minuto de silencio por todos los muertos, otro minuto de silencio por todos los chivateados, otro minuto por los que fueron a la cárcel, uno por los pateados, otro por los fusilados, otros por los vilipendiados injustamente, otro por los que fueron llamados mafiosos o contrarevolucionarios o lacras del pasado, otro minuto por los padres que se quedaron sin hijos, otro por los hijos que se quedaron sin padres, otros por los que se fueron cuando querían quedarse, otro por los que se quedaron y querían irse, otro por los que no pudieron hacer nunca lo que querían, uno más por los engañados de buena fe, y otro por los que murieron en el exilio y otro por los que vivieron toda su vida en el exilio sin saber que era ser cubanos, otro por las locas perseguidas, por los religiosos perseguidos”...
y así en esta larga invocación de los horrores y abusos de medio siglo, Sakuntala la mala desarrolla su discurso inaugural en la Plaza Real de La Habana.
Daniel Fernández nos ha traído en su original novela a un tiempo que no volverá, de los que fuimos jóvenes en una revolución que nació vieja, jesuítica y que en la ironía de Sakuntala la mala nos recuerda que el horror no ha terminado.
'Sakuntala la mala contra la Tétrica Mofeta', Daniel Fernández, Editorial Silueta 2009
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En la búsqueda de un París perdido
©2009, Por Ismael Lorenzo
Un olor a perfume diferente, envolvente, ‘Siempre París’, de Fabiola Santiago, es una novela que para algunos representará la nostalgia de una realidad que fue y no volverá, para otros una mirada dentro de un mundo intimamente femenino, erótico y original, pero también es asomarse a las costumbres y rituales de seres aferrados a un pasado donde supuestamente fueron felices.
A través de la voz de su protagonista, nos lleva desde que una niña, deja su isla en compañía de su abuela, su llegada a Miami y su adaptación a una nueva cultura y un nuevo yo, aunque siempre supervisada por la severa voz de la abuela y su advertencia de no mezclarse en las costumbres liberales de los anglos, ‘no somos ellos’, decía la abuela, que trabajaba doce horas al día en una peluquería para mantener a su nieta.
Algunos momentos, como cuando era obligada de niña en Cuba a chaperonear a su prima, sentada enfrente de la pareja, nos trae propios recuerdos de los que hemos vividos esa época y la peligrosa y ardua vigilancia del qué dirán.
A lo largo de todos sus perfumes y amores, un perfume para cada amor, Marisol la protagonista, vive en un pasado del que se siente atada, pero del que quiere salir. Adolescente, decide ir a estudiar a una universidad en Iowa, para tratar de escapar de las férreas reglas de la Abuela. Escoge a Iowa, porque allí estudió otra cubana, Ana Mendieta, también llegada de niña a Miami, y que con sus originales esculturas se convirtió en un modelo de artística independencia.
Pero en Iowa ‘las amonestaciones de la Abuela se le pegaban a la mente como hiedra’. Marisol encuentra un novio anglo ‘todo un producto nacional de USA’ , con el que se va a vivir en un apartamento que comparte con su amiga Carol y el novio de esta (ya había convenientemente perdido su virginidad con un apuesto policía en Miami). Pero cuando la Abuela la venía a visitar, ambos galanes tenían que esfumarse del apartamento virginal.
Fuera ya de los años estudiantiles y muerta la Abuela, nuevos perfurmes y nuevos hombres entran en la vida de Marisol, que a pesar de la advertencia de la abuela de que: ‘los hombres cubanos no son de fiar’, las nuevas oleadas de cubanos que llegaban de la isla, donde encuentra nuevos amigos, la hacen recubanizarse, pero no pierde la inquietud de buscar algo que no encuentra y decide irse Madrid, una parte de la novela donde se describe con deleitosa gracia la poca amabilidad de los servicios madrileños, como cuando va a rentar un estudio y la dueña le dice que tenía que cobrarle más ‘porque Uds. los cubanos se bañan demasiado’.
Finalmente, en Barcelona, en una de sus largas caminatas se tropieza pues, con un cubano, que trabajaba para el instituto de cine de la isla, hijo de padres que habían combatido en la Sierra Maestra. Era un momento en que Marisol se hallaba a la búsqueda de otro perfume ya que ‘un nuevo hombre en el horizonte le había desatado los sentidos’.
Pero a este habanero le era imposible romper los lazos con la isla y un día tiene que regresar, dejándola desolada. Un año más tarde, el habanero decide al fin dejar la isla y Marisol lo ayuda a salir, se lo lleva a Miami, pero Gabriel, como aquellos inconstantes cubanos de los que hablaba la Abuela, no quería nada de compromiso. Marisol lo acepta así, le consigue un buen empleo en el condado. Pero esta vida en Miami, Gabriel la hallaba frustrada, era un hijo de la élite revolucionaria de la isla, quería mucho más de lo que podía darle una mujer, con la que no quería ataduras o una híbrida y complicada ciudad.
Llega un momento en que Marisol se harta de la situación y comienza a buscar otro perfume, otro hombre, pues el ‘Habanita’ ya se había agotado hasta la última gota y el pomo perdido totalmente el aroma. Desde aquí, Marisol comienza a hallar las fuerzas de romper con su pasado y su callada nostalgia y decide irse de Miami ‘una ciudad de traseúntes, un refugio de primera instancia’, para reclamar a París como suyo. Aun así, no pierde la esperanza de que algún día, podrá reclamar esa Habana que un vez fue el ‘París del Caribe’ y que no conoce, como suya, pero por ahora, es sólo París.
'Siempre París', Fabiola Santiago, Atria/Simon & Schuster 2009, 287 págs.
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'Invocaciones', poesías de Manuel Marín Oconitrillo
©2013, por Ismael Lorenzo
La mejor poesía siempre nos trae algo íntimo, y esta intimidad nos transporta sutilmente dentro de nuestros propios recuerdos, y la memoria de esos recuerdos es lo que atrapa al asomarnos dentro los suaves versos que hallamos en ‘Invocaciones’, un libro del poeta costarricense asentado en Alemania, Manuel Marín Oconitrillo.
“Qué son al fin mil noches de lujuria, si uno solo de tus cardos me esclaviza”, nos dice el poeta que recrea con un pasear candencioso, imágenes y palabras que penetran en nuestra mentes y nos acompañan luego de haber terminado su lectura.
“Azul, era azul tu cuerpo impredescible, vorazmente azul”, estas imágenes nos dan vueltas y perviven, Si me preguntan de ti, ¿qué decir que no sea un enigma en mi alma?
Y el poeta nos va llevando por ese laberinto de invocaciones y memorias, hasta dejarnos la sensación de bienestar y placer que acompaña la lectura de la poesía auténtica, la que después se queda con nosotros...
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EL DELICADO BALANCE DE LA IGNORANCIA
©2009, por Ismael Lorenzo
Les pregunto y no responden, insisto y siguen caminando o en sus aparentes quehaceres, quizás sean mudos o quizás no comprenden inglés o español. Una anciana a mi lado les trata de explicar que el medicamento que le recetaron no le está haciendo nada, pero lo mismo le pasa, nadie le responde, parece que no la oyen, siguen frente a sus computadoras o pasando de un lado a otro, ensimismados, sin emitir una palabra, ni siquiera nos miran, estamos en otra dimensión, somos seres invisibles.
No, esto no es un cuento de ciencia ficción, es la realidad de una clínica de un hospital público en una ciudad estadounidense del sur de la Florida, para el que se recoge un 0,5% de todo el impuesto de venta de un condado que tiene un presupuesto más alto que muchos países centroamericanos o del Tercer Mundo. Cansado y hambriento, con un dolor de oído, he tenido que esperar casi nueve horas para ver un médico.
De esto trata o debiera tratar el documental “Sicko” de Michael Moore sobre el sistema de salud estadounidense. Pero Moore se concentra más en lo que son las ganancias de las grandes compañías HMO que brindan los seguros de salud y la industria farmacéutica, y no le interesa investigar actitudes, comportamientos y las vicisitudes de donde existe un sistema de salud público. Todos sabemos de los grandes horrores que pasan en los HMOs, que no son nada baratos y donde la referencia a especialistas es controlada hasta más allá del abuso, en “Sicko” se presentan varios ejemplos. Sin embargo, el trato es diferente en una entidad privada, por lo menos ahí se puede protestar con cierta esperanza de ser escuchado. Cuando se trata de hacerse escuchar en las burocracias estatales se hace mucho más difícil. Esta diferencia no es tocada por Moore, aunque sea un punto importante que deben de tener presente aquellos que abogan por un sistema público de salud. Por supuesto donde no existe un sistema de salud para la población en general, algo es mucho.
Los sistemas de salud pública en Canadá, Gran Bretaña, España y otros países desarrollados son efectivos y con una larga tradición de servicio, y al ser eficientes y competitivos, hacen que la medicina privada, para aquellos que quieran algo más particular, sea mucho más barata. Nada de esto parece posible en Estados Unidos en un futuro cercano. Ni siquiera con un cambio de administración republicana a demócrata. Las grandes corporaciones en la industria de la salud y farmacéutica, por ejemplo, tienen el segundo lugar en las donaciones de campaña para la senadora Hillary Clinton. Lo cual no es un buen augurio.
En lo referente al sistema de salud estadounidense, “Sicko” presenta una realidad, aunque enfocada hacia los puntos peores, verdadera y no rebatible, pero Michael Moore retuerce la verdad al presentar a Cuba como un ejemplo de sistema de salud pública. Entrevista a la hija del Che Guevara, una médico que por supuesto vive entre la élite de la nomenclatura castrista, pero no entrevista a los centenares de médicos cubanos que han huido del régimen, escondidos y perseguidos como criminales, cuando han tenido una oportunidad en las llamadas misiones internacionalistas, prefiriendo luego trabajar como camareros o guardias de seguridad, que como médicos para la dictadura.
Tampoco le echa un vistazo al estado depauperado de la isla que visitó para este documental, de la que los hospitales no son una excepción. No es simplemente ignorancia, sino que a Michael Moore no le importa como viven los cubanos con ese sistema de salud gratuito, ni le importa como vive nadie, excepto él mismo.
“Guantanamera” es una película del cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, realizada en 1995, que Moore debiera haber visto. Es un viaje de un extremo a otro de la isla, tratando de transportar un cadaver, pero que Gutiérrez Alea aprovechó para revelar el impresionante desastre creado por varias décadas de un régimen en el que creyó.
Por ese sistema de salud que tan maravilloso le es a Michael Moore y a otros liberales izquierdistas, los cubanos han tenido que pagar un precio muy alto. Desde este punto de vista, el recargo del medio por ciento sobre el impuesto de ventas en Miami–Dade, para el sistema de salud del condado, con todas sus agudas imperfecciones, es una ganga.
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'El tren secuestrado en la Bahía de Guantánamo', es un relato tanto apasionante como histórico. Me he gustado, dentro de esta excelente colección de artículos y reseñas.
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