Muchos son los historiadores que ven ciertas similitudes entre el personaje de ficción del Zorro y un irlandés que llegó en 1640 a Nueva España y traicionó los intereses de Felipe IV. Su nombre era William Lamport aunque se le conoció también como Guillén Lombardo

En en 1919  Johnston McCulley, publicó las aventuras de Don Diego de la Vega, un respetado noble que combatía las injusticias, en el entonces pueblo de Los Angeles, a través de su ‘alter ego’ conocido como ‘el Zorro’, un hábil espadachín vestido de negro, provisto de un látigo y escondido bajo un antifaz, que era un auténtico azote para las tropelías que cometían los representantes de la autoridad española.

Docenas de películas, series y una infinidad de novelas se han creado, a partir del personaje surgido de la inspiración de McCulley, a lo largo del casi un siglo que ha pasado desde que se publicaron las primeras aventuras de este héroe que hacía las delicias de pequeños y grandes y que además consiguió aglutinar un buen número de seguidoras femeninas, quienes bebían los vientos por el atractivo físico y seductor que tenía el Zorro.

Entre ellos se menciona con asiduidad a don Guillén Lombardo de Guzmán, cuyo verdadero nombre era William Lamport, el cual lo había españolizado tras llegar y residir a lo largo de una década en España.

Lamport nació en 1611 (algunas fuentes indican 1615) y era originario de Irlanda, aunque abandonó su tierra a temprana edad para labrarse un futuro mejor lejos de su tierra. Durante unos meses el destino lo llevó a ejercer como corsario en un barco pirata de nacionalidad francesa, surcando el  Canal de la Mancha y abordando barcos de los enemigos ingleses.

Pero a pesar de las aventuras vividas a bordo del galeón francés, el joven William era consciente de la necesidad de tener también una buena formación académica. 

Tras una depurada formación académica y militar, en 1640 partía de Cádiz rumbo a Nueva España, donde trabajaría como espía en una misión encomendada por el Conde-Duque de Olivares, el hombre con más poder durante el reinado de Felipe IV.

En realidad William Lamport llevaba otras intenciones muy diferentes y, debido a su convencimiento de que se debía acabar con los colonialismos de los grandes imperios sobre otros territorios, su propósito real en Nueva Epaña sería ayudar a la liberación del pueblo autóctono e indígena, así de los negros cimarrones (esclavos fugitivos y rebeldes que vivían escondidos y al margen de la ley).

Ya en el nuevo continente, don Guillén Lombardo de Guzmán (como era tratado por todos) comenzó a urdir el plan con el que acabar con el virreinato español y traicionar a la corona de Felipe IV, que no era otro que falsificar unos documentos que acreditasen que era hijo natural de Felipe IIy por tanto hermano del monarca español y nombrarse Virrey de Nueva España.

Pero el capitán Felipe Méndez, una de las personas de su mayor confianza, no dudó en traicionarlo y denunciar a Lamport frente al tribunal de la inquisición en 1642, siendo detenido y encarcelado

 No saldría de prisión hasta el 19 de noviembre de 1659, día en el que fue conducido a una hoguera en la que moriría, pero no por las llamas de fuego sino porque logró autoestrangularse y así ahorrarse el suplicio de morir quemado.

Muchos son los que ven en las acciones y personalidad de William Lamport al hombre que inspiró tres siglos después a Johnston McCulley para escribir las aventuras del Zorro bajo el título de ‘La maldición de Capistrano’.