HAMBRE DE TELÉFONO.

José Ignacio Velasco M.      Marbella.- 9 / 9 /217.

Se despertó y se volvió de inmediato en la cama para alcanzar el teléfono y poder ver lo que le haya entrado durante la noche. Recupera el sonido que suprime cada noche para poder sin el sonido a "mierda frita" de las continuas entradas y se mete de inmediato a revisar sus queridas redes sociales, su alimento diario y lo más importante de su actual vida, y lo piensa henchido de ilusión. Hacerlo primero es mucho mejor y más interesante que el desayuno que sí que puede esperar.

Abre el Face Book y observa la enorme, nueva y larga lista de futuros amigos que ha crecido, realmente piensa que multiplicado se dice corrigiendo su primer impulso. En unas cuantas pasadas con el dedo pasando pantallas y eso sí que son digitalizaciones se dice lleno de humor por su idea, puede contemplar la larga cosecha de fotos, dibujos, engañosos emoticonos, nombres, lugares, amistades propias y ajenas, y todas las bisexuales amorosas peticiones de amistad.

--Bien. Los aceptaré durante el día, pero ahora voy a mirar la cosecha de futuros amigos en Twitter y Linkedin.

Revisa ambas redes con gran satisfacción por el enorme número de nuevas amistades en perspectiva y respirando profundo para inflar el pecho, como cada día, lanza el eslogan con el que inicia el día, todos los días, desde que se compró el maravilloso artilugio, poco más grande que la mano, que tantas alegrías le proporciona y del que ya debe menos plazos.

--¡Qué importante soy y me estoy volviendo! --se dice esponjándose pleno de vanidad--, ahora debo revisar Linkedin para ver si algún amigo nuevo me hace una oferta de un trabajo sencillo que pueda desarrollar, y que me duré al menos para pagar todas las deudas que tengo y que, Dña. Clara, no me eche del apartamento por mucho que me diga que le recuerdo al vago de su hijo.

Revisa Twitter y se decide a salir de la cama satisfecho con los resultados. El servicio y la cocina le acogen a continuación. Calienta en el Microondas el resto de la pizza que sobró del almuerzo y la cena del pasado día y pone al lado el vaso con el culo de leche que queda en el arrugado cartón que lleva varios días ordeñando y que casi no ha soltado más que unas pocas gotas y le añade las zurrapas de café que ya ha calentado y filtrado en varias ocasiones pero que todavía le dan un poco de sabor a café a la leche.

Mientras se calientan, se dice mientras recoge las cartas sin abrir de los postreros días.

--Tengo que ir a ver a Enrique para que me preste algo de "pasta gansa" y poder sobrevivir unos días más.

Echa una ojeada al remite de las cartas y las va tirando, sin abrir, al cubo de la basura, mientras cual un responso les dice:

--Idos y seguid vuestro camino; pensad que todo os llegará. De momento, como soy un hombre importante, y hay mucha gente que me quiere, aguantad.

Y cogiendo el teléfono, lo besa larga y de forma sostenida en un éxtasis amoroso.

                                                                                        F i n.