La isla de la sabiduría by Pirlo de Félix
Luis de Martín es un joven de 16 años vecino de Castellón al que le gusta mucho leer, lee todo lo que cae en sus manos, desde libros de caballería hasta libros de geografía y historia, novelas de viajantes, cuentos, relatos cortos y todas las crónicas que se publican en el periódico local de su provincia, este año ha terminado el curso de enseñanza obligatoria y no sabe hacia dónde dirigir su vida.
Le gustaría seguir estudiando, pero hacia qué dirección por un lado tiene la universidad dónde siempre puede alcanzar una meta dentro del conocimiento de un área científica, por el otro tiene la formación profesional que en un breve espacio de tiempo le prepararía para saber desempeñar un oficio.
Las dos direcciones le parecen mal la primera porqué tiene que estudiar muchos años y la segunda porque pronto dejaría las aulas y entraría a formar parte de una plantilla de trabajadores con un contrato de trabajo que le obligaría de forma perpetua a desempeñar ese empleo hasta la jubilación.
Luis de Martín tiene un objetivo marcado en su mente y es ése el camino que quiere tomar quiere ser viajante y después de todos los libros que ha leído cree que el mejor lugar dónde puede ir a vivir es a la isla de la sabiduría.
“Este lugar debe ser el sitio de la tierra dónde mas a gusto esté, sólo tendré que pasear por las mañanas cerca de la orilla del mar para respirar aire impregnado de conocimientos o tumbarme al sol todo el día para aprender sin necesidad de moverme , comer alimentos que seguro me aportaran mas saber”. Ese es el principal monólogo de Luis de Martín durante todo el día.
Otro de sus monólogos es: “No tendré que preocuparme por querer aprender ni esforzarme para hacerlo, viviendo en la isla de la sabiduría solo tendré que buscar, la planta, el lugar o qué acción debo de realizar para verme revestido de la sabiduría necesaria, para pasar ese momento de apuro intelectual en el que no podía seguir pensando”.
Luis de Martín piensa que el saber le dará de comer sin mayor esfuerzo del que ahora está haciendo y tiene la seguridad que cuando llegue a la isla vivirá en ella mucho tiempo si puedo dejaré escrito en forma de testamento que mis huesos sean enterrados aquí para mayor patrimonio de la isla sabiduría ya que todo lo aprendido por mi en ella más la experiencia personal de los años vividos allí harán florecer nuevos alimentos que darán más sabiduría al siguiente viajante que encuentre y llegue a la isla, buscando la sabiduría.
¿Dónde está la Isla de la sabiduría? se pregunta Luis de Martín ¿Cómo puedo llegar a ella? ¿Qué debo hacer para encontrarla? ¿A quién debo preguntar por el paradero de esta isla del perpetuo conocimiento? Estoy seguro de que si llego a la isla de la sabiduría escribiría tantos libros de texto que necesitarían los estudiantes y los lectores apasionados del saber un biblioteca entera para que mis conocimientos sobre el saber les llegaran también a ellos.
Resolvería esta encrucijada en la que estoy metido no quiero ser estudiante de una ciencia en la universidad “yo quiero saber todas las ciencias y quiero empaparme del placer del saber, bañarme en las templadas aguas del conocimiento total de todas las cosas de este mundo y explorar a través de las montañas de la isla, el saber que hay escondido en otros mundos”.
“Detesto la opción de la formación profesional, solo obtendré una cualificación para desenrollar un trabajo a cambio de una remuneración”: Se dice mentalmente Luis de Martín
Luis de Martín cogió su mochila negra bajo el brazo dónde guardaba una libreta tamaño folio y un par de bolígrafos la misma que usaba para ir al instituto de enseñanza obligatoria y salió en dirección a la biblioteca municipal dispuesto a sacar de dónde estuviera metido la situación y las coordenadas exactas de la isla de la sabiduría.
Empezó por abrir un atlas enciclopédico de barcos mercantes y copió en una hoja de papel de la libreta que traía consigo todas las letras que ya estaban impresas en el atlas queriendo así tener mayor constancia por si algún barco había llegado a la isla de la sabiduría y había dejado por escrito la forma de llegar a ella.
El bibliotecario que veía a diario cómo el joven Luís de Marín transcribía literalmente todos los libros que en la biblioteca habían, no pudo resistirse a la tentación de preguntarle al chico porqué copiaba todos los textos de todos los libros que leía.
-Entiendo mal de memoria le explicó Luis de Martín si leo el texto no se me queda grabado en la memoria necesito leer un texto y luego escribirlo en una libreta, si lo hago ordenadamente siempre aprendo más que solamente leyéndolo.
-Le volvió a preguntar el bibliotecario: a sí que copias los libros de geografía en tu libreta de modo que te resulte más fácil aprenderte todos los países que forman los cinco continentes. Yo para trabajar de bibliotecario tuve que aprenderme dónde estaban situados los cinco continentes, las capitales de los principales países, en qué continente se encuentra cada país, el nombre de las montañas y las principales cordilleras, los ríos, los mares, los océanos; en fin saber cómo está ubicado el mundo.
-No, contestó Luis de Martín yo busco la isla de la sabiduría y copio todos los planos del mundo que en esta biblioteca hay con la esperanza de encontrar las coordenadas exactas de dónde se encuentra situada la isla.
El bibliotecario hizo un gesto con la cabeza y le llevó la mano derecha a la altura de la barbilla y se la acarició varias veces en evidente señal de asombro y a la vez buscando una respuesta para darle a ese joven que tenía delante.
El bibliotecario de dijo:
-A la isla de la sabiduría no se llega como un común viajero comprando un billete te deje allí directamente, a al isla de la sabiduría se llega con el tiempo, sufriendo los reveses de la vida, dándole a una experiencia negativa una visión positiva, en ese cambio de lo positivo a lo negativo se encuentra la sabiduría. La sabiduría y su isla solo son barreras a las que debes llegar y por las cuales no debes seguir, ni atravesar, ya que está demostrado que ése no es el camino, saber que no debes ir en búsqueda de la isla de la sabiduría es saber que esa es la dirección que debes tomar. Saber lo que no debes hacer, es saber hacia dónde debes ir, esa es la verdadera sabiduría.
Luis de Martín comprendió bien al bibliotecario y dejó la búsqueda en los libros de geografía la isla de la sabiduría a dónde el quería irse a vivir. Repasando mentalmente el comentario que tuvo con el bibliotecario vio que había naufragado en su búsqueda de la isla de la sabiduría pero no se vio hundido ya que había dado el primer paso en la vida, teniendo la primera experiencia negativa.
Luís de Martín sigue madurando día a día y le ha quedado fija en la memoria esa acción-reacción que realmente es la sabiduría esa barrera mental que no debes cruzar ya que ese no es el camino por el cuál seguir avanzando, sacarle un provecho a cada experiencia, y no repetir siempre los mismos errores, dirigirte hacia ese lugar dónde el estado emocional de la persona está más a salvo, que te ayude emocionalmente a seguir tu viaje por la vida, sin acabar: tocado, hundido y ahogado.
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