La venganza

Era una tarde de otoño en las que el viento sopla con fuerza y el suelo se llena de hojas como si de gotas de lluvia de color se tratara. Era una tarde triste, pues el cielo estaba gris y no dejaba pasar a la luz de la alegría. Pero aún más triste estaba ella. Sentada en un banco se encontraba una hermosa joven, pelo castaño y ojos marrones, con un rostro tan delicado como la seda que enfocaba su mirada hacia el frío suelo. Una hora llevaba esperando y él no aparecía. "¿Quién es él? Después de estar varias semanas mandándonos mensajes y esas largas conversaciones aún no se quién es. Aunque no lo había visto jamás parecía que lo conociese pero ahora me doy cuenta de que me equivocaba." Ella se preguntaba. "Me dijo que tenía muchas ganas de verme. Pero parece no ser así."

A los pocos segundos pasaron dos chicos. Uno era un chico que ella conoció hace un tiempo con quien tuvo una fugaz historia. Él empezó a hablarle a ella y le decía que le gustaba. A ella no le atraía físicamente pero le conquistó su personalidad. Así que se vieron y estuvieron una tarde a gusto el uno con el otro. Pero al llegar a su casa ella tenía la sensación de que le faltaba algo y ese algo era química entre ellos. No existía esa química y se lo dijo a él. El estuvo muy dolido por un tiempo e incluso dejó de hablarle a ella, lo que a ella le entristecía, pues lo consideraba un amigo. En ese momento, uno en frente del otro cruzaron las miradas y él al verla no dijo nada. Solamente puso cara de satisfacción y volvió a mirar al frente siguiendo su camino. 

El otro chico también la miró pero con expresión de tristeza o arrepentimiento. Ella no había visto esa cara nunca, o ¿quizás si? Una imagen fugaz vino a su mente. La tarde que quedó con el otro chico él le enseñó una fotografía por su teléfono móvil en la que salía con sus amigos. Uno de los chicos llevaba unas orejas de Mickey puestas en la cabeza, lo que a ella le llamó la atención y le preguntó que quien era él y que hacía con esas orejas de Mickey, a lo que él le contestó: "Ese es Juan. Es muy divertido. Vio a un hombre en la calle que vendía esas orejas y se las compró. Estuvo toda la noche con ellas puestas" Juan se llamaba el amigo de ese chico y Juan se llamaba el chico a quién ella estaba esperando y no aparecía. "Puede ser que...No, no puede ser. Pero y si.." Ella estaba hecha un mar de dudas porque todo concordaba pero no quería reconocerlo.

Juan era el amigo de ese chico, quién no podría haberle negado hacerle un favor. Ese favor sería hacer que la chica que a él le gustaba pero que tanto daño le había hecho rechazándolo, ahora le hiciera lo mismo utilizando a Juan. El hablaría con ella haciéndose pasar por un admirador secreto que la había visto en el instituto y hacer que a ella terminara gustándole Juan, para después darle plantón. Todo coincidía. Por eso el nunca le había mandado una foto a ella, para que no existiera el riesgo de relacionarlo con el otro chico. Y la expresión de ambos hace unos segundos... En ese momento ella se sentía furiosa, triste, humillada, utilizada... Se levantó del banco donde había permanecido esperando durante una hora y corrió hasta su casa.

Una vez allí y después de repasarlo mucho, le envió a Juan un mensaje en el que explicaba lo que había descubierto y le decía que no esperaba que pudiera ser tan mala persona como para fingir que le gustaba no siendo así solo por vengar a su amigo, y además le dijo que ella no tenía culpa de que no hubiera existido la química con el otro chico y pedía perdón si le había hecho daño pero no era su intención, simplemente lo veía como un amigo y no como algo más. Finalmente les dijo que esa venganza que le habían hecho entre ambos le había dolido mucho y no quería verlos jamás.

Una hora más tarde le llegó un mensaje: "Lo siento mucho. No sabes lo arrepentido que estoy por lo que te he hecho. Me siento fatal. Sobretodo después de haberte visto esta tarde. Se que no te lo merecías. Cuando él me pidió que hiciera esto lo acepté porque creía que eras la típica chica engreída que solo utiliza a los chicos y a la primera de cambio los dejan colgados. No me gusta esto en los chicos ni en las chicas. Sentía que mi amigo había sido utilizado y quería darte una lección para que sintieras lo que sienten los chicos cuando les haces eso. Pero después de estar este tiempo hablando contigo me he dado cuenta que no eres así. De hecho no quería seguir adelante con ello pero él me dijo que si, que tenía que seguir hasta el final. Eres una chica leal, sincera y honesta. Y hoy cuando he recibido tu anterior mensaje le he dicho que lo sentía mucho por él si le molestaba lo que iba a decirle pero quería seguir conociéndote. Lo que me ha costado una pelea con él. Por tanto, si quieres podemos hacer como si nada de esto hubiera pasado. Si no quieres no te voy a obligar, lo asumiré y ya está. De todas formas yo lo voy a intentar. Hola, me llamo Juan y me gustas. ¿Aceptas quedar conmigo mañana en el mismo lugar y a la misma hora?"

Su mente se paralizó y su corazón habló mientras sus dedos tecleaban: "Acepto."