Las mujeres entre nosotras

Por Arelí Chavira y Jesús Chávez Marín

Había sido un día pesado en el trabajo, yo caminaba rumbo al estacionamiento a buscar mi carro; ya saboreaba las delicias de una cena ligera y la suavidad de mi cama. Al sacar las llaves de la bolsa para abrir la puerta del coche, a mi espalda escuché los gritos de una mujer: “Déjame en paz de una vez por todas, me lastimas, ya te dije que no quiero nada contigo”. Instintivamente volteé y vi a un hombre zarandear a una joven que luchaba en vano por evitarlo. Sin pensarlo me abalancé sobre el agresor y tomándolo por sorpresa le propiné tremendo golpe entre las piernas. El tipo dolorido y azorado cayó al piso; tomé de la mano a la mujer, corrimos al auto y salimos a toda velocidad con dirección a mi departamento.
―Tómate este tecito para el susto. ¿Cómo te llamas?, ¿trabajas en la maquila?, ¿quién es ese sujeto? ¿Quieres contarme? ―le pregunté al mismo tiempo que le acercaba la taza.
―Gracias. Soy María, trabajo en el departamento de informática y es mi exnovio, está encaprichado conmigo, ya le dije que no quiero nada con él, pero me acosa, me persigue a todos lados; hoy ha sido el colmo, mañana iré a poner la denuncia.
―Me alegro, por un momento pensé que no lo harías. La mayoría cree que esa clase de hombres con el tiempo cambiará. Si quieres yo puedo ser testigo.
―Claro que sí, muchísimas gracias por todo. ¿Por qué me ayudas?, ni siquiera me conoces.
―No tengo que conocerte para quitarte de encima a tipos como ese, ¿sabes?, tengo mis razones.
Sucedieron dos cosas que marcaron mi infancia: Tuve una maestra en sexto de primaria, se llamaba Hilda; me enseñó que nunca valdría la pena perder la amistad por el amor de un hombre; que las mujeres debemos ser solidarias entre nosotras, apoyarnos, porque tenemos una misión difícil: que el mundo reconozca el poder maravilloso que vive en cada una, y el primer paso para lograrlo es que las mismas mujeres se lo crean.
La segunda: Cuando tenía trece años, enseguida de la casa de mi madre vivía una mujer con sus dos hijos, uno como de ocho y la niña más o menos de mí edad. No había noche en que su marido, borracho, no les pegara a ella y a los niños; los gritos se escuchaban hasta mi casa.
En una ocasión, la indefensa muchachita salió corriendo, el tipo la perseguía con un fuete en la mano y tras ellos la señora con la otra criaturita en brazos, suplicaba que no le hiciera daño a su hija. Al escuchar los llantos de terror y desesperación me asomé a la calle. Cuando vi la terrible situación sentí que una ráfaga de calor invadía mi cuerpo. Entré a mi casa, tomé el bat de béisbol con el que solía jugar y salí de nuevo con toda la intención de partirle el alma. Le di varios golpes en la espalda que lo hicieron trastabillar hasta caer de rodillas sobre el pavimento; pobre hombre. En ese momento escuché la voz fuerte de mi mamá: “Alba pero ¿qué has hecho?, ¡entren a la casa, rápido!” Una vez adentro llamó a la policía y arrestaron al tipo.
Cuando examinaron a los niños descubrieron moretones y marcas por todo su cuerpo; me dieron muchas ganas de llorar de rabia, mi mamá me abrazó y me dijo que él ya no les haría más daño. Al paso del tiempo se divorciaron y la señora se fue a vivir a otra ciudad donde tenía parientes.
Esto se quedó tan grabado en mi mente que cada vez que pasa algo por el estilo la ira se apodera de mí y no puedo evitar hacer cosas como esta. Espero que tu ex se encuentre bien; le di con todas mis ganas.
─Se lo merece, te juro que ya me tiene harta con sus arranques violentos y su desconfianza, por eso terminé con la relación y como te dije, mañana pondré la denuncia; sé que el proceso no resultará agradable, pero te juro que cualquier cosa que suceda será menos horrible que vivir con miedo.
─Todo saldrá bien.
Un abrazo selló la naciente amistad. De vez en cuando nos comunicamos por el Whatsapp; supe que puso la denuncia y tuvo la paciencia suficiente para seguir el largo y tedioso proceso legal, hasta que consiguió una indemnización y un acta de restricción, de tal manera que el tipo no puede acercarse sin riesgo de ir de inmediato a la cárcel. Bravo por ella.