Las nuevas normas de la Academia exigen representar a las minorías para ser candidato a los Oscar

"Reflejar la diversidad de la población global". Richard Dreyfuss encabeza las críticas: "Me dan ganas de vomitar".

Aquel año cambió los Oscar para siempre. El hecho de que los 20 intérpretes candidatos en 2015 fueran todos blancos prendió una mecha de indignación y rabia, espoleada por las redes sociales, que, ocho años más tarde, aún resuena en Hollywood.

El año que viene, el listón para las cintas aspirantes a una nominación al Oscar a mejor película estará más alto que nunca, marcado por esa obsesión por la diversidad y la inclusión que impera desde entonces en la industria del cine.

Las nuevas reglas de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, anunciadas en septiembre de 2020, exigirán a partir de la próxima edición que se cumplan con unos estándares mínimos de diversidad para poder optar al máximo galardón de la gala. Las cintas aspirantes deberán cumplir con dos de cuatro categorías que favorezcan a grupos étnicos y minorías con baja representación, 

El objetivo es "reflejar la diversidad de la población global" de una forma más efectiva, favoreciendo a afroamericanos, latinos, asiáticos de distintas procedencias, indios americanos, árabes e isleños del Pacífico. Es decir, a cualquiera menos a los blancos que durante años han acaparado el protagonismo fuera y dentro de la pantalla de forma apabullante. Por ejemplo, un largometraje podrá competir como mejor película si cuenta con al menos un 30% de personajes de grupos con poca representación, incluyendo mujeres, minorías, LGBTQ o discapacitados. O que la trama del filme gire en torno a ellos.

A menos de un año de que empiecen a implementarse, las nuevas reglas aún siguen levantando ampollas en determinados círculos hollywoodienses. Desde algunos estudios argumentan que el solo hecho de preguntar determinadas cuestiones de la vida personal de sus actores o productores es sencillamente ilegal por una cuestión de discriminación en materia laboral. "¿Cómo vamos a saber quién es gay si preguntar es ilegal?", comentaba un director a The Hollywood Reporter de forma anónima. Por que esa es otra: nadie quiere dar la impresión de ser antiinclusión. Y menos en un Hollywood transformado tras el #OscarsoWhite y el #MeToo.

Para Janet Yang, presidenta de la Academia de Hollywood, se trata de "encontrar el equilibrio adecuado". Buscan "reglas que tengan sentido, que mantengan a la gente un poco alerta al respecto, pero que no les digan lo que tienen que hacer".

Lo cierto es que lo que ha mostrado en pantalla el viejo Hollywood durante décadas poco tenía que ver con los números del censo estadounidense actual, con un 40% de la población perteneciente a una minoría. Desde 2015, la evolución ha sido más que evidente hasta en universos como Star Wars, donde ahora los que llevan la voz cantante son negros, latinos y asiáticos, no solo la princesa Leia y su blanca familia.

De acuerdo a datos de la Universidad del Sur de California (USC) la cantidad de nominados ha pasado del 8% para "personas de color" a un 17% en los últimos años. Mucho tiene que ver con la masiva ampliación del número de miembros mujeres, afroamericanos y de otras minorías entre las personas con derecho a voto en la Academia desde entonces.

De hecho, ya hay más mujeres que hombres en la junta de gobernadores de la institución y, el año pasado, seis de los 20 nominados en categorías de actuación eran negros o hispanos. "Estamos tratando de hacer todo lo posible por nivelar el terreno de juego", concluye Yang.