Llueve
y el paisaje se vuelve más verde.
Llueve y llueve
y el paisaje se convierte
en un escaparate
de brillante novedad.
Ahora llueve y llueve más,
con más rabia que cariño.
El dios de la tormenta se enfada
y apaga los gritos de los niños
excitados por el agua.
La novedad pronto pierde su encanto
cuando encharca
el interior de sus zapatos,
tiernos cachorros
de asfalto.
Llueve,
mas ahora llueve un poco menos
y sale el sol.
La vida renacida
huele a caracol.
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