Desde niños, aprendemos, gracias al lobo feroz, que desobedecer a los padres, adentrarse en el bosque sin permiso paterno y comer casas de chocolate sin tino, puede tener consecuencias dramáticas.Y no nos referimos al colesterol.

Los cuentos de hadas, en definitiva, son el primer contacto que tenemos con las reglas que separan de forma precisa lo que es de lo que debe ser; el bien del mal; lo que se puede de lo que no se puede hacer. 

Y así, acertamos a acariciar por primera vez la piel de la vida gracias al miedo. Tan cursi, tan crudo. No en balde, la brutalidad antropófaga y primigenia de las narraciones infantiles cumple simplemente una finalidad didáctica; pretende tomar un atajo en el inmaduro mecanismo de razonar del crío. ¿Cómo vencer la curiosidad de un niño que no teme, en su insolente inconsciencia, el peligro? Repitiéndole una y mil veces que si se acerca al bosque el lobo se lo comerá; haciéndole sentir pánico.

'Mientras duermes', de Jaume Balagueró, es eso: un cuento de hadas. Hay una princesa (Marta Etura), una casa encantada, un lobo voraz (inmenso Luis Tosar) y, sobre todo, la fría e intacta sensación de miedo. Si se quiere, y por apurar el argumento, la película trata simplemente de acercarse y recrear la experiencia originaria de un relato infantil. 

El portero de una finca de vecinos vive envenenado por el color gris de su vida (conviene hacer notar que, de nuevo, Luis Tosar demuestra ser un actor muy grande).

Todo su empeño será demostrar a los que le rodean, y de una muy peculiar manera, que donde otros ven algo turbio, él sólo reconoce la claridad, dura y salvaje, de la propia vida.

Dicho así, más parece una película de Haneke que de Balagueró. Y no, es Balagueró. El director de 'Los sin nombre', 'Darkness' o 'REC' parece alejarse de las claves del género de terror que han iluminado (u oscurecido, según se mire) todo su cine para proponer ahora un relato más sosegado, más pendiente de los gestos de los actores que de los movimientos de la cámara. Pero, en realidad, sólo es apariencia.

La estrategia de Balagueró en 'Mientras duermes' consiste en ocultar la estructura que por fuerza alimenta todo el cine de género detrás de un medido y muy calculado ejercicio de precisión. Pero el mecanismo es el mismo de sus anteriores trabajos. Al fin y al cabo, la virtud del cine de terror consiste en la eficacia de unas reglas que el espectador conoce y, en consecuencia, es capaz de anticipar. Y eso es lo que ha hecho toda su vida el director y, claro está, vuelve a hacer.

Ahora, el director se entretiene en dar la vuelta al más antiguo, universal y cercano de los relatos. Todo discurre en la ordinaria cotidianidad de una comunidad de vecinos tan perfectamente indistinguible de la nuestra que da hasta sonrojo. Todo avanza al ritmo pausado con el que se susurran los cuentos de hadas. Y, de repente, el lobo se lo come todo. El miedo como la única y más real de las sensaciones posibles; la única que nos hace sentir vivos. Sin duda, la más inquietante y madura de las películas de Balagueró. Sin sustos, toda ella es susto. 

(tomado de diversas publicaciones online)