Chagall
Espero aún que me vuelva
a saltar la última de mis ovejas
mansa y decisiva a la hora de contar
el ala angelical más allá de los jardines
de aleros presuntuosos.
Al borde de la manta azul
han quedado como piedras
pastando en el luto verde de las noches,
por donde resbala la mirada del cielo…
y es que la madrugada ha declarado
estas musarañas en mi cabeza
ante la plenitud paliativa de los prados.
Las paredes han perdido resonancia
y voltean sus proyecciones,
detrás de la puerta pensativa
como la niebla de Miralcamp
y su contorno de frescura.
Después se alzarán en el aire
conciliadas con las nubes;
y cortadas en fila por la tramontana,
llegarán a prevenirme del rocío
rompiendo lentamente cual espiga,
el mármol que rodó por estas teclas:
blancas y robustas, fieles trasnochadas,
juntándose a los pájaros de Semíramis
y a la fruta de mi almohada.
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