Fue en aquel maravilloso pueblo, en la casa de mis abuelos, donde aconteció mi encuentro con otros niveles. Contemplé con ojos esprciales el precioso y extraño pasaje donde se manifestaron las visiones, perfilándose los fantasmas desconocidos, en sus envolturas etéreas.

Durante los días que permanecí en la mansión de mis antepasados decorada con elemebtos antiguos que pertenecieron a varias generaciones, el mundo extrasensorial se manifestó, sumiéndome en una gran confusión. Desde entonces camino entre pasadizos experimentales, donde poco a poco, la luz del conocimiento se filtra en mi deambular, robando información a planos ocultos a traves del discernimiento que combate con mi mente, a través de la memoria: (información acumulada en otras vidas, reencarnaciones) utilizando  ese aprendizajes que marcaron mis avances espirituales.

El húmedo viento azota los árboles. Al fondo, intuyo las montañas entre niebla flotante, transformando el contorno como si mi retina duplicara la panorámica. veo las nubes bajas en una especie de danza con movimientos lentos, con formas cambiantes, caprichosas; solo existen un instante, luego se desmoronan.

 En la estancia hace calor, la chimenea habla a través del fuego. Pese a ser septiembre, hemos tenido que recurrir a él, ya que la casona deshabitada, está gélida.

En el ángulo opuesto de esta habitación, en una cómoda renacentista, profanando su antigüedad, he colocasdo una pequeña cadena de música. Escucho un concierto de violín en la habitación que fue de mí abuela.Creo que es el primer sonido vivo y armónico que se ha producido aquí en mucho tiempo y aseguro que también es  que es la primera vez que hay una melodía sin instrumento físico.

Vivo el el barrio medieval del pueblo, frente a una plazoleta empedrada donde comienza La cuesta de Don Álvaro. Hay dos balcones que dan a ella cubiertos con los mismos primorosos visillos de siempre, en maya de tul bordada.

Es la primera hora de la mañana cuando el sol haca su presencia dando otra visión a las formas de este habitáculo. Grandes jarras de cristal portan flores frescas recogidas del huerto y del jardín. Sobre unas cómodas con superficies de marmol blanco, resaltan sobre los muebles de caoba.

Una sensación de paz, como de retorno, me invade. Reconozco enseres del habitáculo aunque es la orimera vez que estoy aquí.Extraños pensamientos flullen; después, la dulzura y la magia me acogen porque palpo el amor que en otra vida sentí entre estas paredes. tras el pensamiento y las sensaciones, la visión surge: < una bella mijer es mecida entre los fuertes brazos de un hombre, envuelta en la luz de sus pupilas. La contemplo viéndola de perfil: en una de sus orejas pende el zarcillo que obra en mi poder, y sus ojos irradian una aguda mirada de pena. la claridad de la luna, tamiza y se refleja protectora, amparando a los amantes.

Este relato ontinuará.