TRAS UN MURO DE SILENCIO
RAREZAS

ESPECIE EXTRAÑA

Habían traído, un avestruz, proveniente de la granja educativa del Jardín Botánico Nacional, para exponer en la escuela primaria donde yo trabajaba de portera. El único lugar para ubicarlo (según la directora) serìa la sala de música, porque ésta poseía dos puertas opuestas para que entren y salgan los niños; bastante lugar para ubicar varios grados y poder apreciar el espécimen.
La exposición comenzaría dentro de quince minutos y fui la primera en verlo. Estaba en un rincón, mirándome de reojo, como desconfiado. Me acerqué despacito y como si se hubiera dado cuenta de mi presencia, estiró su cuello y sacó su cabeza por la puerta del fondo gorjeando, graznando, emitiendo silbidos y sonidos raros.
Para calmarlo, acaricié su suave plumaje aterciopelado y me aproximé un poco más. Hubo un silencio, luego, sentí un ruido, un chillido. No sé... Hasta que su pico apareció por otra entrada.
No me había dado cuenta, que el cogote del avestruz, había alcanzado la chapa traslúcida del techo del patio y por motivos que desconocía no podía moverse. Quise pedir ayuda pero, al darme vuelta, choque con sus patas finas y peludas como las de las arañas. Observé que estaban divididas cada una en dos partes y unidas en los extremos. Estas colgaban del dintel de la puerta y se movían como las ramas del sauce llorón que tiene plantado mi vecina del fondo.
Nunca había visto un avestruz equilibrista y este sería perfecto para llevarlo al circo. Era una especie sin igual.
Seguí en dirección a la extensa víbora , hasta que llegué a la entrada de la cocina donde escuché la voz de mi marido:
- ¿ Me preparás un cafecito?.
Yo seguía con la cabeza levantada, mirando hacia arriba.
Una señora que ingresaba a la escuela para buscar a su hijo, se acomodó a mi lado imitando mi posición.
Cuando llegué con la mirada al final de la búsqueda del animal, llamé a mi marido (que todavía seguía esperando el café) y mirando el reloj, molesta por el contratiempo, le gritè.
-¡Andá a sacar ese bicho de ahí! –
La mujer, que no sabía, de quién estaba hablando, me miró ofendida y se dirigió a la salida.
Después muchas idas y venidas cambiando de lugar la escalera de madera, él, subió por los peldaños y al llegar al techo, me comentó:
- Se enredó en un caño y se está ahorcando. Voy a desenroscarlo y trataré de bajarlo como sea.

Por suerte, todo fue muy rápido y el animal colaboró para que volviera todo a la normalidad (bueno, casi) pero, por las dudas que se quisiera escapar, la puerta del fondo del salón de música se mantuvo cerrada con llave.
Los escolares, a la hora del recreo, pudieron “apreciar el espécimen”, que se paseaba muy elegante de aquí para allá, mirando con un solo ojo y de vez en cuando lanzando unas patadas cortas para impresionar a los niños.

La profesora de música, al saber que se había dado la orden de ubicar el animal en su salón, llegó muy enojada interrumpiendo a los niños y maestros y desalojando a los grados que no le correspondía su materia.
-Me niego a dar clases, con este... Ave. Ave... Bueno, ¡Me niego!.- le dijo a la directora, con aire de prepotencia. Ante esta negativa, y por orden de esta última, mi marido y yo, nos dispusimos a llevarlo al jardín. Pero, fue imposible sacarlo del aula. Estaba pegado al piso como si fuera parte de él.
-¡ Se empacó! - le dije tratando de empujar al bicho por detrás.
-¡Se empacó! - Le dijo la directora a la profesora de música, tratando de disimular una sonrisa burlona, levantando los hombros y las palmas de las manos en un gesto de resignación
Al final, accedió compartir su clase con el espécimen, y mientras los niños se acomodaban para cantar, se sentó en el banquito del piano dispuesta a ejecutar las primeras notas., pero, en ese momento: ¡Se produjo el caos!.
El avestruz no le dio tiempo de apoyar los dedos sobre el teclado adelantándose a su pensamiento y su pico se fue deslizándose por las teclas tocando notas disonantes, que se mezclaron con las risotadas de los alumnos. Luego, el plumoso animal estiró su cogote hasta el techo sin llegar a atravesarlo. y comenzó a hacer todo tipo de muecas y gorjeos
-¡NO AGUANTO MÁS A ESTE AVE... AVES... TRUZ!,. Escuchando el alboroto de los niños, grito: ¡SILENCIO! – Y tomando bruscamente del brazo a uno de sus alumnos y poniéndolos en fila a los otros les dijo .-¡VAMOS!- y salieron al patio. Cuando todos estuvieron fuera del salón, cerró la puerta de un portazo.

El avestruz se quedó solo y al cabo de unas horas, comenzó a sentirse triste. Se habían olvidado de él. Nadie vino a buscarlo. Espió por el ojo de la cerradura, pero nada ni nadie.
Una lágrima gruesa cayó al suelo, luego otra y otra.

Me mandaron a llamar urgente.
-Se rompió un caño del agua y se está inundando la escuela- me dijeron. Por debajo de la puerta exterior de la escuela salía un torrente de agua hacia la vereda. Para cruzar la calle, tenían que ponerse botas.
Llegué acompañada de mi marido al mismo tiempo llegaba el camión de los bomberos. Entramos juntos y nos siguieron algunos vecinos. Yo les iba informando donde se encontraban las cañerías.
La directora, que se había enterado por un alumno y no había podido comunicarse conmigo porque en ese momento la línea estaba ocupada, se vino con los ruleros puestos y en chancletas. Entró asustada mirando a uno y otro lado. Al vernos se tranquilizó y le explicamos que : Todavía no descubrimos nada - y que nos íbamos a dividir en grupos para buscar la pérdida de agua.
Apenas terminamos de decir esto, escuchamos una suave melodía que nos guió hasta el salón de música.
- ¡ EL AVESTRUZ!...¡NOS OLVIDAMOS DEL AVESTRUZ! - gritó de repente la directora, -POBRE ANIMAL- Decía alocadamente, y nos comentaba que el espécimen, al pasar toda la noche con los pies mojados debió haber levantado fiebre y esto le provocaría una neumonía y que director del Botánico debía estar en estos momentos muy enojado por su olvido, y quién sabe si volvería a prestarnos el animal.

Los presentes la miraron sin comprender una palabra. Yo, si, sabía de qué hablaba. Y adivinando el pensamiento de la directora me adelante y giré el picaporte de la sala de música.
Y allí lo ví, en un rincón, soplando una flauta. De ella salían notas dulcemente tristes. Se detuvo cuando llegaron los otros. Nos miró, con los párpados caídos y los ojos llenos de lágrimas. Se estiro y estiro hasta que nadie , ni yo misma supimos como desapareció.
En el patio central se escuchó el chapoteo. Un torbellino de agua. El animal daba vueltas en círculo sin poder
salir. Alguien, abrió la puerta en ese momento.
Y el avestruz se fue saltando, corriendo, mirando por arriba de los techos de las casas y gorjeando las notas musicales, por la misma calle donde el agua corría.

• EXPECIE EXTRAÑA (corregido) Del Cuadernillo Nº 1 de Cuentos y Poesía “TRAS UN MURO DE SILENCIO”.2001
www.susurrodelsierra.com.ar Sección Grandes para chicos 2009 Dir : Isabel Ali y
• Diploma por colaboración de la misma revista digital



SORPRESA EN LA GRANJA

Anoche fue atacada la granja.
El jaulón que estaba totalmente alambrado con un tejido hexagonal (inclusive el techo) donde habitaban tres conejos; una perdiz colorada; una liebre y una tortuga, había sido cortado en forma circular por manos expertas en este arte.
El agujero, tenía unos treinta centímetros de diámetro aproximadamente, lo que me dió la pista, que habrían utilizado una herramienta. Razón por la cual, deduje a simple vista que ésta, era obra de un hombre.
Al entrar y realizar la investigación de los cuerpos yacentes dentro del jaulón, pude determinar minuciosamente que las heridas causadas en el cuello, habían sido provocadas por una mordedura. (Comadrejas suelen abundar por estos lados, pero esto no era obra de ellas).
Pude especular entonces, que alguna persona habría roto el alambre y obligado a entrar a los asesinos ¿perros salvajes, quizás?
Mientras hacia mis deducciones al estilo Sherlon Homes, oí que alguien me llamaba con voz muy apagada. Pude agudizar mi oído y escuchar que pedía ayuda.
Abrí la puerta del jaulón y salí. Mire hacia todos lados y no había nadie alrededor.
Avisté el gallinero que se encontraba a diez metros de donde estaba yo. Me dirigí hacia allá y no me sorprendí al verlo anegado de plumas y aves muertas. Busqué a Susanita (la mansa gallina colorada que se había ganado el cariño de todos y que cuidaba de no picarle los dedos a los chicos cuando le daban de comer maíz).
Intuí un movimiento y giré la cabeza, Entonces, vi, al único testigo de la matanza de sus congéneres. Era, un gallo Blanco con cresta muy roja que me espiaba debajo de un arbusto. Estaba muy asustado. A su lado, daba su último suspiro Susanita.

Los cadáveres fueron sacados a la brevedad por los ayudantes de la granja. No se dejaron rastros de lo sucedido y se cubrió el círculo del alambrado con unas chapas para disimular el atentado.

Volviendo a hacer el recorrido anterior, para asegurarme que todo estaría en orden, observé que aún agonizaba la pequeña liebre (que seguramente, preparada para defenderse en lugares inhóspitos había tratado de correr por el rectángulo cerrado sin lograr escapar de los feroces dientes). La tortuga había salido ilesa. Ignorada por los asesinos, quizás, por la escasez de sus movimientos y por el color de su caparazón casi imposible de distinguir en la oscuridad.
Por curiosidad o no sé por qué razón, volví a introducirme en el jaulón. La tortuga estaba frente a la liebre mirándola fijamente a los ojos. Luego, en una posición que no llegue a comprender, giro su cuerpo incómodamente hacia un lado, movió su cabeza como inspeccionando la herida de su amiga y sorpresivamente se metió dentro de su cueva.

Los niños comenzaron a llegar. Unos correteaban por el parque, otros jugaban en las hamacas.
La liebre había expirado su último adiós y fue trasladada antes que ellos la vieran.

La muerte había pasado por aquí y sentí como si me hubiera rozado. Me temblaban las piernas. Sentí desolación, a pesar de estar acostumbrado a vivir en la selva y ver horrorosas matanzas entre los mismos animales.
Angustiado me retiré sin darme vuelta. A mi lado pasaron un grupo de infantes tomados de la mano.
Recordé que no le había dado de comer a la tortuga, ni tampoco me aseguré si tenia suficiente agua. Volví a entrar sin darme cuenta que las risas infantiles rodearon el jaulón.
A su vez, una multitud de alumnos y profesores, llegaban en micros y se agolpaban para ver el espectáculo de una nueva especie de animal que se movía ligeramente a mi alrededor.
Me preguntaban¿De qué país era originaria?. ¿De qué granja o zoológico la había traído? y otras tantas preguntas más.

Sin darme cuenta, en pocos minutos, una avalancha de periodistas apareció de la nada, especulando sobre lo que había pasado.
Yo, confundido todavía con lo que había sucedido esta mañana, respondía automáticamente – En unos instantes lo sabrán o ya se va a explicar a su debido tiempo…
La verdad es que no sabía que decirles, aunque podía haberles dicho que la liebre y la tortuga se comunicaron telepáticamente y que luego…Pero preferí dejar esta interpretación para mi mismo. No sea que me den por loco.

Los directores de la granja me sugirieron que me olvidara de la investigación y que me preocupara en ponerle un nombre a esta nueva especie. Pensé en algo que todos entendieran. No fue difícil clasificarla. Tomé el lápiz y dibuje las primeras letras sobre una madera.
.Busqué en el galpón, esmalte rojo, pincel fino…Y puse manos a la obra.
Cuando termine, me dirigí al jaulón y colgué el cartelito pintado con letras coloradas:
NUEVA ESPECIE DE TORTUGA LIEBRE
ORIGEN DESCONOCIDO










¿FANTASMAS?
Era una noche muy calurosa y permanecimos en el patio hasta muy tarde, hasta que decidimos ir a dormir.
Cuando apenas podía sostener mis párpados y comenzaba a sentir la suavidad de las sábanas perfumadas y el canto mecedor de la mullida almohada, me inquietó oír en el profundo silencio de la noche, un ruido al que no podía establecer su procedencia.
Quedé esperando unos minutos. Estaba desconcertada. No volví a escucharlo hasta la media noche. Esta vez, el ruido fue tan violento que sentí pánico. Unos instantes después, escuché abrir y cerrar la canilla que da al patio exterior. Sentí también, un portazo que venía desde la cocina.
Lo primero que se me vino a la mente, es si me había olvidado de cerrar la puerta y de inmediato, recordé que le había puesto llave. Esto, me tranquilizó por unos segundos. Confusamente me preguntaba, si alguien habría conseguido una réplica de la llave y había entrado a la casa. Este pensamiento me intimidaba. Mi cuerpo estaba tan entumecido, que apenas pude codear a mi esposo para cerciorarme si todavía dormía a mi lado. Él, estaba profundamente dormido y yo con un pánico que me impedía hablar. Alcance a gritar agudamente el nombre de mi esposo (lo suficiente para que me escuchara).
Encendió el velador y me miró sorprendido.
- ¿quë pasa,?- me dijo
Le relaté lo sucedido, mientras, mi receptor, apoyaba la cabeza sobre la almohada y cerrando los ojos de nuevo. Cuando termine mi relato. Él, sin decir una palabra, se levantó medio dormido y arrastró pesadamente sus chinelas por la escalera, cuesta abajo.
Al rato, volvió para decirme que no había visto nada. Se acostó, gruñendo unas palabras y siguió durmiendo.
No pude conciliar el sueño durante horas. Me mantuve con los oídos y los ojos abiertos hasta que una brisa refrescante, entró por la ventana.
Volví a sentir la mullida almohada, su canto mecedor y las sábanas perfumadas.
Estaba en una nube esponjosa y embriagadora hasta que una tormenta la sacudió y yo caí tan aceleradamente que cuando llegué al suelo, me pareció oír la voz de mi esposo.
Rumiaba y como no le entendía lo que me quería decir, abrí los ojos y lo vi con el resplandor de la ventana, sentado en la cama con la columna recta y la cabeza levantada,
-¿Escuchaste? - me dijo atemorizado- La canilla...La puerta de la cocina…
¿Sería un sueño? ¿Estaría soñando que yo escuché, lo que ahora estaba escuchando mi marido? Era todo muy confuso.
Él, sin encender la luz. Se puso rápidamente las chinelas y bajo los escalones de dos en dos.
Cuando regresó al dormitorio me dijo: que la puerta de la cocina, estaba cerrada con llave y que al mirar por la ventana que da al patio, le había extrañado ver a los animales mirando hacia la pared medianera.
-Estaban mirando hacia arriba. Parecían estatuas. Los perros ni siquiera se movieron cuando los llamé. Ni ladraron.. La gata ni maulló. ¡Que raro !- Y riéndose como para olvidarse de todo- Seguramente, era vieron a un gato o quizás…una rata- dijo poco convencido de sus propias palabras.
-Los perros se enfurecen si ven un gato o una rata y ninguno abren grifos ni golpean puertas – le respondí.

Quedamos toda la noche despiertos por si escuchábamos algo. Estábamos paralizados, casi ni respirábamos. Apenas movíamos las sábanas. Para darnos vuelta hacia un costado, lo hacíamos en cámara lenta.
Cuando aclaró la mañana, nos levantamos a inspeccionar la casa para observar si faltaba algo. Luego, buscamos la llave y salimos al patio. No había ningún indicio de robo o violencia. Los perros, dormían cada uno en sus respectivas cuchas y la gata estaba acurrucada sobre el sillón verde.
En la pared donde estaba el grifo no había signos de humedad y el piso estaba completamente seco.

Pasaron diez años. Pero han pasado muchas cosas raras. Uno de los perros murió de un ataque de epilepsia y el otro, está cada vez más loco. La última vez, unos chicos tiraron una piedra al techo y el animal traspasó su cabeza y quedó atrapado uno de los paños de la ventana de vidrio repartido del comedor. Quería a toda costa pasar hacia adentro y los cristales se le incrustaban cada vez más. Fue una suerte, que en ese momento estuviera mi esposo y me ayudara a sacarlo.
La gata se volvió huraña con los niños. Duerme y pasa la mayoría del tiempo arriba de la biblioteca. Se queda estática por horas .y si no tuviera el pelaje tan negro y los ojos casi redondos, diría que tuvo un antepasado egipcio.
Los que la ven, me preguntan si es un adorno o si la he embalsamado.




DESAPARICIÓN

Podría decirse que esto parecería absurdo, pero he llegado a la conclusión que no lo es.
Una madrugada de insomnio, mientras leía una revista considerada como un de la más prestigiosas, por veracidad en información e investigación, encontré una nota referida a "Los Grandes de Ayer y de Hoy", en dicho artículo algunos científicos afimaban, que estos heredaban su don, de espíritus talentosos, muertos en siglos anteriores. Miguel Ángel, Bethoveen, o Dante , podían reencarnarse en otro cuerpo.
Otras teorías, especulaban, que el hombre común, podía tener varios o quizás ninguno, refiriéndose este último al "cabeza hueca" ( del que nadie se haría responsable de los desastres que pudiera hacer). En cambio, el poseedor de varios espíritus, tenía una gran ventaja. Se podía desenvolver con gran facilidad en todas las artes, alcanzando la calidad de "genio".
El espíritu "consejero", semejante a un ángel guardián, nos servía para la autocrítica, nos ayudaba a perfeccionarnos.
Lo mas interesante de todo esto, es que se mencionaba a Borges, como un ser atemporal y habían llegado a pensar, que nunca fue humano.
Esta mañana al despertar, he buscado la revista para terminar de leer estos conceptos. Presiento, que alguien la haya robado, quizás ha descubierto mi secreto. La de ser su única poseedora.
Después de tenerla guardada durante millones de años en este pequeño mundo de estantes, rellenos de polvorientos libros, la he puesto en evidencia, al dejarla sobre mi mesita de luz.
Lo que no sabe el ladrón, es que, apenas comience su lectura, sus líneas se desvanecerán por completo en menos que cante un gallo.


5to premio “Ronda Literaria” de lomas de Zamora*Antología de poesías y cuentos premiados 1996-1997.
Revista “Acuerdos”,.Dir: Mario A. D’Alessandro

UNA SOMBRA EN PIYAMAS

Eran las 2 de la madrugada de un día verano. Se había levantado un poco de viento. La luna iluminaba por la ventana y su reflejo no me dejaba dormir.
Me senté en la cama y me calcé las chinelas. Me puse la bata y abrí despacio la puerta de la habitación, para no despertar a mi marido.
Salí al pasillo. Pasé cerca de la ventanita y tuve la intención de mirar hacia el jardín (como de costumbre) y observar el movimiento de la calle, pero, decidí seguir adelante, encender la luz de la escalera y llegarme hasta la planta baja.
Una vez allí me dirigí hasta la cocina. Abrí el grifo. Agregué agua a la pava (lo suficiente para tomar un té). Busque en la alacena, la cajita de la infusión relajante y puse un saquito dentro de la taza.
El magiclik (como la mayoria de las veces) no funcionaba, entonces, busqué los fósforos en el primer cajón. Moví la llave de gas y raspando la cerilla, encendí la hornalla. Luego, puse la pava sobre la llama…

Mientras, esperaba que hirviera el agua, pulse el botón de encendido del televisor y la pantalla se abrió en forma de lluvia. La programación había finalizado. Con fastidio lo apagué y me quedé en silencio escuchando los sonidos de la noche.
El silbido de la pava, me alertó, que el agua había llegado a su punto máximo.
Introduje la cucharita dentro de la taza (como me había enseñado mi madre, por las dudas que el calor excesivo rompiera la loza) y vertí el agua.
El té estaba caliente y esperé un poco para beberlo.
Comencé a sentir frio y decidir subír las escaleras con la taza en la mano, ya que habia consumido solo la mitad de la bebida.
Antes de llegar al dormitorio, no pude evitar mirar por la ventanita del pasillo. Me atraía como un imán.
La calle, tenía poca luminosidad, debido a los árboles que la limitaban. A pesar de ello, alcancé a ver, una sombra muy oscura que la atravesaba. Al llegar a la vereda de enfrente, ésta, esquivó el vehículo que estaba estacionado y lo rodeó por detrás.
Un auto de la policía pasaba en ese momento. las luces encendidas de los faros revelaron su sombra, ya más nitidamente. Era, la de un hombre. Él, llevaba las manos en los bolsillos y siguió en esa posición, al pasar por el portón de chapa negra del chalet de mi vecina.
Al principio, no había reparado en su vestimenta. Pero, mi curiosidad, hizo agudizar mi vista. Tenía una bata rayada atada a la cintura y aparentemente, un piyama por debajo. Luego, comprobé que llevaba puestas unas pantuflas.
Lo seguí con la mirada, y cambie de posición para observar al patrullero de la policía, que no se detuvo ante este rarísimo hecho (Por lo menos para mí). Pegué mi rostro contra el vidrio para fijarme si el hombre seguía todavía en la vereda de enfrente y busqué, instintivamente, la traba para abrir la ventanita, sacar la cabeza y poder ver mejor, pero, su figura había desaparecido.
Esperé unos instantes. La sombra, volvio a aparecer entre los árboles y siguió caminando hasta hacerse cada vez diminuta.
Yo seguía con la taza en la mano. El té, ya se había enfriado.




CLAROS Y OSCUROS

Noche de verano.
Una refrescante brisa, husmea por los rincones del pueblo silencioso. En la calle sembrada de adoquines desparejos se arremolinan partículas de polvo sepulcral.
Cada puerta es una puerta cerrada a la alegría. En cada casa hay una cruz y todas tienen inscripciones sobre el umbral. Algunas como esta: “Ya duermen las almas en pena. Aquellas que fueron...”. (Apellidos conocidos).
Entre los árboles, testigos de su presencia, una princesa rodeada de estrellas titilantes, hace guiños con su ojo plateado. Alumbra el paisaje nocturno, posando su resplandor sobre los pinos, los techos, los caminos (casi circulares) de las montañas. El lago de la inmensa llanura espeja su hermosa figura. Las sombras se esfuerzan inútilmente por alcanzarla.
Las luces de la ciudad, desde arriba parecen luciérnagas. Allí la claridad de la vida. Aquí... la oscuridad. Aquí, las blancas sábanas arrugadas, se desperezan. Las flores marchitas de los jarrones, dejan caer sus pétalos, para esparcirlos sobre la piedra caliente por los rayos del sol del mediodía.
Ni un piar tembloroso de pájaro. Ni un nido. Ni una migaja para saciar el hambre. Solamente, pálidas paredes desteñidas por el tiempo. Feroces animales petrificados custodiando el lugar, fuentes con ángeles sedientos. Charcos de vela bajo algún santo.
“Nunca habrá alegrías” - dice una leyenda en el pórtico principal del pueblo, al que llamaron hace tiempo “El Lloranza” (El que llora a la esperanza). Los antiguos que llegaron, jamás pudieron salir del lugar, quedándose a vivir en él, hasta que alguien encontró la salida y ahora, solamente se recibe visita de vez en cuando.











Revista “CIRCULO MITRE” de AZUL.1999 (Dir Dante Bustos)
Revista “NUESTRO LUGAR”-Nuestros narradores-Publicación independiente declarada de Interés Municipal en Ituzaingó, Año X N° 58 Villa Udaondo, (Dir.Angélica Beatriz Capagli)

LOS JÍBAROS
VRS
FRANKENSTEIN

- ¡Otra vez! ¡Ocurrió otra vez!- Se escuchó decir desde la oscura habitación.
Una carrera de sórdidos pasos. llegaron hasta el toillet.. Un ¡tac! brusco lo iluminó. El espejo estaba en el lugar acostumbrado.
Las manos fueron acariciando mis suaves párpados, mis pómulos, mis labios, mi mentón. Volví a mirarme. ¡ un ser humano sin defectos físicos !. Así me veía ante el plateado y brillante óvalo.
Los pasos regresaron apesadumbrados. Todo parecía normal a mi alrededor mientras caminaba por el pasillo. No así en la habitación, donde me esperaba el mullido colchón. Intenté cambiar de lugar para dormir sin esa pesadilla.- ¡Todo sigue igual ! -. Mi cabeza se achica como si hubiera sido atacada por los jíbaros. Siento que la boca cuelga de un lado o se estira haciéndome una mueca burlona. Y el ojo se me cae rozándomela nariz. - Si bien podría llamarlo METAMORFÒSIS tengo mis dudas. Podía tratarse de un sueño…O quizás de un sueño soñado. Lo que no llego a comprender es : ¿Por qué me persigue todas las noches?.
La primera vez, me asusté mucho. No quise encender la luz. Tenía miedo de saber la verdad. Hice coraje y lo enfrenté. -¡ No puede ser ! ¡ Si yo palpé mi rostro y ...!
Estaba desesperada y luego sorprendida. - Nada.-. No encontré nada que me diera un indicio de mi desfiguración.
Después, de idas y venidas del toillet al dormitorio, durante varias noches, llegué a reírme de mi misma y a pensar, que si lo veía del lado positivo e imaginaba una princesa, quizás mi rostro se vería mejor y con mayor esfuerzo hasta podía ser, igual que ella.
Hace una semana comencé a sentirme así. Por las mañanas o por las tardes. No es lo mismo que por las noches.
Todos me miran y yo - ¡ Sin cabeza !-. me queda el cuello, que se estira para arriba y me hace doler la nuca ,aunque no se vea. En cambio yo veo mis brazos, mi torso, mis piernas, los pies con sus zapatos. -¿ Cómo puede existir unos ojos sin cabeza ?. ¿ Sin cabeza ? . Yo no hablo de " frente" como comúnmente le llaman, ni de frontal, parietal ni occipital. Hablo de la parte del cuerpo del hombre o de los animales formada por el cráneo y la cara. La que esta cubierta por piel, con o sin cabellos por arriba.-.
Las noches se volvieron a repetir y la que durante el día se hacia invisible , en la oscuridad de mis sueños, se agrandaba cada vez más.
¡Frankenstein!. ¡Una Monstruosidad!
- Es la sociedad, que lo transforma a uno- dijo Don Matías.
-Uno es como es, pero a veces, te volvés falso, cobarde, engreído, narcisista y sos un miserable que no le gusta los cambios y te morís sin intentar nada -
- O haces tal revolución que no sabés luego ni como te llamás.
- O te encerrás en una cueva y no salís más.-
- De todas maneras nadie es perfecto.
¡ Lo único que falta que nos tilden de ciclotímicos!- gritó enfurecido el loco.
Me quedé pensando en estas palabras y no sé si tiene que ver con lo que me pasa últimamente. No puedo pensar ahora. -Estoy soñando que soy Dios-.

………………….

Hace muchos años, ocurrió una mañana, mi madre fue a sacarse una muela y no sé porque motivo, después de la extracción tuvo que viajar a la casa de mi abuela. Mi hermana y yo la acompañamos.
El viaje fue largo y agotador. Cuando bajamos del colectivo,y después de varias cuadras que caminar, los rayos de sol ardían en nuestras cabezas. Mi madre sufrió como nunca. Sentía que le clavaban agujas en su rostro y aunque al llegar a la casa de mi abuela tomó el medicamento recetado por el odontólogo, no basto para calmarle el sufrimiento. Se había sentado en un rincón, mientras le cebaba mate a mi abuela y comentaba se había sentado en un rincón, mientras le cebaba mate a mi abuela y comentaba sobre la familia.
las últimas noticias sobre la familia.
Nosotras en cambio, pasamos una tarde agradable visitando y conversando con nuestras primas sobre chicos, bailes e invitaciones.
Al regresar, en las últimas horas de la tarde, apenas unos minutos de haber subido al colectivo y acomodarnos en el asiento trasero, ella se sintió sofocada. Trató de disimular, pero se notaba que había perdido su natural optimismo. Se levanto para abrir la ventanilla de su lado. El aire fresco la alivio.
Una suave brisa le daba en la cara cuando sintió un tirón casi a la altura del ojo. Se palpó la mejilla izquierda y fue bajando su mano hasta encontrar la boca. Me preguntó si observaba algo distinto en su rostro. Me mostró, el lado que el intuía haberse transformado. Evidentemente, pude observar, que presentaba una parálisis facial.
La trataron varios médicos, no sabían si había sido a causa de una mala praxis del odontólogo. Si lo fue por el viento fresco luego del calor sofocante…
Después de algunos ejercicios y masajes quedó casi normal. Quizás, lo que a ella le molestaba era que la comisura del labio le había quedado un poco elevada y aunque apenas se notaba unos milímetros este defecto y se lo decíamos seguía tan acomplejada que buscaba de todas formas taparse “su lado malo”, ya sea con un pañuelo o con un sombrero o simplemente, con una mano.
Todo esto, pasó cuando yo era adolescente y como será que me quedó en el subconsciente este hecho, que un día, estando ya casada, debido al cansancio y las preocupaciones, sentía pasar por mi rostro todo tipo de transformaciones llegando a tal extremo de imaginar esta situación.








LA MANCHA

Una llovizna , se esparció sobre el asfalto todavía caliente y todo se fue oscureciendo.
El autobús se detuvo en el camino desolado y el pasajero subió las escalerillas con pesadez. Pagó el boleto, miró a su alrededor y observó que todos dormían.
El movimiento mecánico de su andar lo llevó a acomodarse en el único asiento vacío que quedaba.
Mientras el autobús continuaba su viaje, un relámpago seguido de un estruendo, hizo temblar las ventanillas y él, sin reparar en la lluvia, giró su cabeza instintivamente para observar las luces amarillas de los faroles de las casas.
Una y otra vez contó la distancia que había entre ellas. Contó cada árbol... Cada sombra. Los años de contemplación.
¿Cuántos silencios escondían?
Allí estaban, inmóviles como en un cuadro. Aunque cerrara los ojos sabía de memoria el paisaje, Cada línea se le dibujaba en su mente. Y de pronto...Una mancha gris apareció delante de su vista arruinándolo todo. Arruinando la imagen silenciosa de tantos años. Trató de recordar, pero fue inútil. En qué momento se habría introducido en la pintura. ¿o Había estado siempre allí?
Quizás la causa había sido esta lluvia que empañaba la más pura de las imágenes. Pero, hubo otras lluvias, otros asientos...Al menos que fuera una visión, la mancha se movió y se ocultó detrás del autobús.
La siguió con la mirada y luego, con el movimiento contrario de su cuerpo tocó con su barbilla el hombro izquierdo. Pudo ver, oblicuamente, unas manos que salían de esa cosa amorfa. Eran unas manos grandes con aspecto macizo que se extendían pidiendo ayuda con desesperación. Salían de esa mancha que cubría el cuerpo de un hombre.

El autobús disminuyó su marcha. La lluvia cubrió de lágrimas los cristales.
Después de unos minutos de reflexionar, el hombre, volvió a su posición anterior. Al instante, se sintió sofocado, a punto de desvanecerse. Aflojo, el nudo de su corbata y desprendió el primer botón de su camisa blanca. Su cabeza se relajo sobre uno de sus hombros. Levantó los párpados presintiendo el rostro rollizo con sonrisa burlona que lo miraba desde el exterior del autobús.
Él, sacó de su bolsillo un pañuelo arrugado y con mano temblorosa lo pasó por el vidrio empañado. Un impulso por sobrevivir al asombro ¿Quién era ese hombre que lo miraba fijamente y lo saludaba desde el otro lado como si lo conociera.
Sintió congelársele los dedos...
La escarcha le cubría los zapatos desteñidos que alguna vez habían sido de color marrón.
La imagen del cuadro se perdía poco a poco. Los colores se mezclaban. Ya no se veían ni los azules ni los amarillos ni los rojos.
Solo los grises y negros caían sobre el asfalto que mantenía el vapor hirviendo.
La mancha apareció de nuevo para mostrarle su rostro reflejado en el vidrio. Vio realmente como era y sintió terror de si mismo. O quizás su vista agotada por el tiempo le hacía ver la realidad de su pasado.

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PREMIO LITERARIO "REINALDO ARENAS" DE CREATIVIDAD INTERNACIONAL 2024'

Género: NOVELA Este año 2024 en su 10ma entrega será para 'Novela'.

https://creatividadinternacional.com/profiles/blogs/premio-de-literatura-creatividad-internacional/edit

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La niña del zapato roto, de Griselda Roja

La niña del zapato roto

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El silencio de los 12

Ismael Lorenzo

'El silencio de los 12', narra las historias, en sus propias voces, de mujeres agredidas sexualmente, sus consecuencias y secuelas de estos abusos. Desde el Líbano hasta España, desde Francia hasta Italia

El silencio de los 12

Nueva edición revisada

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'Matías Pérez baila la Macarena

Ismael Lorenzo

La Pentalogía de los 'Matías Pérez', iniciada  hace un par de décadas: 'Matías Pérez entre los locos', 'Matías Pérez regresa a casa', 'Matías Pérez en los días de invierno', 'Matías Pérez de viaje por el Caribe', y 'Matías Pérez baila la Macarena'.  Disponibles en las Amazon.

MATIAS PEREZ BAILA LA MACARENA

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Amigos en Tiempos Difíciles'

Ismael Lorenzo

En este libro recién publicado 'Amigos en Tiempos Difíciles', Ismael Lorenzo describe las vicisitudes y pérdidas sufridas por la estafa que condujo a una orden judicial de desalojo y como muchos volvieron la espalda pero aparecieron otros

AMIGOS EN TIEMPOS DIFICILES

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PREMIO LITERARIO 'REINALDO ARENAS, DE CREATIVIDAD INTERNACIONAL 2024'

En el 2023, su 9va versión, el ganador ha sido Carlos Fidel Borjas.

En el 2024 ha sido Miguel Angel Teposteco.

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Libros de Ismael Lorenzo

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Ismael Lorenzo

‘Años de sobrevivencia’, es la continuación de las memorias comenzadas en ‘Una historia que no tiene fin', y donde se agregan relatos relacionados a su vida de escritor y a su obra 

Años de sobrevivencia

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Madame Carranza

Renée Pietracconi

La novela basada en hechos reales relatados por Josefina, tía abuela de Renée y añadiendo un poco de ficción para atraparnos en historias dentro de historia

Madame Carranza

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Casa Azul Ediciones

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