1

Salgo al balcón de mi departamento, varios pisos abajo la calle no es calle sino mar, el mar es de color tornasol con destellos fosforescentes, miro hacia el oriente, sobre el horizonte brilla un sol difuso que de modo intermitente se enciende y se apaga se enciende y se apaga se enciende y se apaga, miro hacia el poniente y observo atónito cómo caen en cascada las estrellas, surca el infinito un cometa vertiginoso, levanto mi mirada hacia la bóveda celeste, no hay nada, el firmamento es nada / ya no estoy en el balcón, estoy en mi cama, yo solo en mi cama, yo inmensamente triste en este lecho solitario porque tú, libérrima ave, ya no estás / cama vacía de ti, isla de la soledad / mi lecho insular ahora flota sobre la inmensidad del océano, lecho que ahora ya no es lecho vacío sino justamente una isla solitaria donde soy su habitante solitario, soy el único hombre en el mundo, el único hombre en el mundo esperándote a ti, la única mujer en el mundo / camino sobre la playa de arena azul, la brisa que toca mi cuerpo es inusitadamente relajante / aparece de pronto una parvada de gaviotas, las gaviotas se convierten en mariposas amarillas, pienso que me las ha traído el espíritu de Mauricio Babilonia porque es inminente que tú, la única mujer en el mundo volverás a mí el único hombre sobre la tierra / ahora tú surges de las aguas oceánicas, Venus de Botticelli nacida de la espuma del mar, emerges a la superficie, corres hacia mí, alegre y desnuda, al aire los cabellos, radiante, espectacular, maravillosa / has vuelto entre música que amamos, hacemos el amor en allegro, en andante, en scherzo, terminamos exultantes, recostados sobre las arenas azules vivimos toda la paz del mundo, nos envuelve un reposo de siglos / el adagietto de Mahler se desvanece / estamos arrodillados uno frente al otro, me rasgo la piel del pecho, introduzco mi mano, extraigo mi corazón y te lo entrego, lo tomas con tus propias manos y a su contacto mi corazón transforma sus vitales componentes, los leucocitos se convierten en abalorios de colores, los hematíes en esferas de navidad, los eosinofilos en polvos de arroz, los segmentados en caracoles de cristal / sollozamos los dos de felicidad / ahora te levantas, no me miras, emprendes una inesperada carrera de vuelta hacia el mar, te sumerges en sus aguas, desapareces /  imploro tu vuelta, grito mil veces: vuelve, vuelve, vuelve / mi grito desgarrado se desvanece como el adagietto…

2

El timbre de mi despertador me despierta. Poco a poco entro en la lucidez de la vigilia. Tengo la certeza de haber soñado. Comienzo a recordar. Sí, he soñado, he soñado conmigo mismo, me he visto en un día alucinado, me he visto en una isla solitaria como he calificado a mi lecho desde que la mujer que amo no está. Pero ahora ha vuelto, y nos hemos amado de nuevo, y…
Oh, no, ahora el recuerdo completo me inunda. La felicidad ha sido efímera aún en el sueño. Retorno a mi realidad. Pero sé, nunca he de abandonar la certidumbre, que ella volverá.

3

En la madrugada de un día cualquiera, en cualquier lugar del mundo, un hombre cualquiera duerme. Duerme… y sueña. Sueña que sonó el timbre de su despertador y se despierta. Sueña que se despereza y recuerda que tuvo un sueño. Sueña que en el sueño se ve a sí mismo. en un día insólito. Sueña que soñó con una mujer que, él no lo sabe, jamás volverá.

J.A.C.