Le comparto una crónica breve acerca del origen de mi primer libro "Los dones de la serpiente", además ya casi se acerca el 15 de septiembre, fecha que cierra el ciclo de los "Veinte días negros" del año.

Texto alojado en mi cuenta de Wattpad

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A mediados del año 2015, trabajaba en una empresa textilera como Planificador de la producción. Había comenzado a laborar en Febrero. Para ese momento dominaba todas las funciones que me habían asignado y el tedio estaba instalado en cada minuto de mi vida laboral. En Junio, se había anunciado que mi jefa iba a trasladarse a vivir a Panamá, y uno de los compañeros más antiguos sería promovido a aquella posición.

Lo anterior traería una serie de cambios en toda la estructura del departamento. En mi caso particular existía un proyecto para elaborar manuales de procedimientos de las diversas áreas y unidades de la empresa. Por lo que debía entrenar a un reemplazo que cubriera mi posición.

Mi disposición para tal tarea era de lo más abierta posible. Me encanta cuando las cosas cambian por lo que aquellas noticias eran música para mis oídos.

El mes de Julio trajo vientos de cambio. La jefa se dispuso a entrenar a su reemplazo y yo estaba a la expectativa de la llegada del nuevo miembro del departamento. El día diecisiete hizo su aparición una chica en la oficina.

No tengo ningún tipo de prejuicio o discriminación en relación a las personas con algún grado de obesidad, pero mi primera impresión de la nueva ingeniera no fue favorable, y no precisamente por su peso o índice de masa corporal.

Siempre he creído que mi instinto es superior a mi raciocinio. La persona en cuestión parecía agradable y llevadera, pero yo sospechaba que no era lo que aparentaba. Respondía al nombre de HR, y sus saludos efusivos durante las mañanas me parecían excesivos y poco sinceros.

De entrada se le asignó el aprendizaje de la posición que quedaría vacante en ese momento, por lo que mi interacción con ella estaba reducida a algunas preguntas esporádicas y al trato cotidiano en la oficina. Por alguna razón insistía en contarme cosas acerca de su vida que yo no había preguntado y, difícilmente, eran cosas que me interesaran, pero la chica no sabía cuándo callarse o cuando su interlocutor estaba fastidiado.

Ese fue el momento de las vacaciones de Agosto, las cuales aproveché para realizar un viaje a Las Vegas, lo cual me dio la inspiración para la creación de Michelle Castaneda y para el cuento "La habitación del castillo"

Al regresar de aquella pausa se reveló que la jefa de todo el departamento había sufrido un accidente en las vacaciones y su regreso al trabajo estaba pospuesto. La fractura de un pie la había reducido a una reclusa en su casa. Esto parecía anodino desde mi punto de vista, pero demostró ser un hecho fundamental a la larga. Su subalterna, es decir mi jefa, había partido con toda su familia hacia una nueva realidad.

Luego de un mes de enseñanza se descubrió que HR no estaba "dando el ancho" en el aprendizaje de sus nuevas tareas. Por lo que el nuevo jefe me explicó que otra persona sería contratada para cubrir aquel espacio, y yo debía entrenar a HR para que me sustituyera.

Nunca me explicó que haría yo luego de entregar la estafeta, pero eso para mí era irrelevante. Así la chica nueva me fue asignada para aprender todo lo necesario para cubrir mis funciones como planificador.

HR demostró ser un ejemplo viviente del efecto Dunning-Kruger. En toda mi carrera había entrenado a más de veinte personas en distintos tiempos y áreas. Mis falencias más obvias respecto a mi capacidad de entrenar personal nuevo estaban relacionadas con mis expectativas a que mis alumnos captaran las explicaciones a la primera y que fueran capaces de aplicarlas a su vida o posición adquirida.

Encontré toda clase de personas durante aquellos años: los abiertos, los tercos, los carentes de talento, los muy talentosos y HR. Me agrada cuando alguien cuestiona el orden establecido, pero solo si lo hace luego de un análisis exhaustivo, no al primer día luego de la primera hora de explicaciones. HR puso a prueba mi paciencia y mi fe en la Humanidad, la cual no es mucha. Fue un calvario de un mes donde aprendí que hay un límite para ciertas cosas, y que la frase: "la ignorancia frecuentemente proporciona más confianza que el conocimiento" puede catalogarse como una verdad universal. Incluso mi cabello encaneció durante ese tiempo.

HR insistía en anotar cada una de mis palabras en un cuaderno. Lo curioso era que al momento de aplicar el conocimiento o cuestionarla para evaluar su progreso, sufría de una amnesia exasperante donde solo balbuceaba respuestas incoherentes y erróneas. Se le dejó a cargo algunas pequeñas tareas que eran completadas luego de un esfuerzo hercúleo que la dejaba en estado catatónico. Fue ahí donde sospeché que mis esfuerzos por enseñarle estaban fracasando miserablemente.

Antes de iniciar esta tarea había creado un temario, y luego que cada sección era desarrollada, marcaba mi archivo en Excel con colores indicando el avance de mi cátedra.

Al mes exacto, el nuevo jefe se reunió conmigo pidiéndome el estado del aprendizaje de mi pupila, sin preámbulos le mostré el avance de mi itinerario. Él solo atinó a preguntar si la joven estaba lista, a lo cual contesté:

- El temario está completo. Podemos dejarla libre y puedo vigilar su progreso.

- ¡OK! Mañana comienza ella como la nueva planificadora... ¡Gracias!

Luego el capitoste procedió a explicarme la tarea que debía completar en vista que JQ, su jefa, estaría ausente durante el mes siguiente, por lo que estaba incapacitada para indicarme mi nueva asignación.

Durante el correr de esa mañana, había completado lo requerido el día anterior en cuestión de dos horas, dejándome sin nada que hacer el resto del día, más que monitorear lo que hacía HR en el nuevo puesto. Entonces sospeché que mi nueva labor era un distractor porque el jefe no tenía idea que hacer conmigo.

Se dice que el ocio es la madre de todos los vicios, y no podría estar más de acuerdo con dicha premisa, porque la escritura se convirtió a partir de ese momento en mi perversión favorita.

Desde que quemé mi diario a la edad de dieciséis años no había escrito nada extenso. A partir del 2010 había escrito textos breves y algunas ideas que llamaban mi atención. Leí "Mientras escribo" de Stephen King, y me parecía un libro con una propuesta bastante asequible y nada pretenciosa acerca del arte de la escritura.

Ese quince de Septiembre se cumplían siete años de la muerte de mi hija y no estaba dispuesto a dejar que el llanto o la tristeza anidaran en mí. Le propuse a mi esposa visitar un lago cercano a la ciudad. Aprovechando el hecho que por un fenómeno natural, el agua estaba teñida de un color turquesa, dándole un aspecto casi caribeño a todo el entorno.

Ese día, que era feriado, escapamos de la ciudad hacia aquel paraje de ensueño donde simplemente planeábamos almorzar. Luego de arribar al lugar nos dimos cuenta que otras cientos de personas habían tenido la misma idea, porque el acceso al lago estaba saturado de tráfico, y el restaurante de nuestra elección estaba cerrado, este abría sus puertas hasta las once de la mañana. Así, bajamos al embarcadero, donde estacioné el pequeño Yaris azul de mi esposa y alquilamos una lancha para dar un paseo.

Esto fue memorable porque tomamos una serie de fotografías que nos muestran como una pareja feliz, y de verdad, lo somos. Más tarde salimos del lugar e ingresamos al restaurante elegido cuya especialidad era los asados, la vista desde aquel establecimiento era una delicia para los sentidos, el lago parecía un pedazo del Caribe, injertado en la campiña.

Banqueteamos como reyes, ella eligió camarones como siempre y yo un conejo asado para salir de lo común. Al término de la comida nos percatamos que otras cien personas aspiraban a tener la misma experiencia que nosotros, pero la permanencia en una línea por una hora o más, terminaría por arruinar sus planes.

Así nos dispusimos a volver a la ciudad para evitar quedar atrapados en aquel tumulto de veraneantes. Más tarde llegamos a un centro comercial y fuimos al cine donde vimos una película de terror cuyo nombre no recuerdo.

Después regresamos a casa. Luego que mi esposa se retiró a dormir, concluí que la tristeza había sido engañada al menos en aquella fecha memorable. Lo cual era una novedad porque los seis aniversarios anteriores nos habíamos recluido en la casa y en algún momento del día habíamos llorado juntos recordando aquel tiempo aciago. Pero algo en mí se sentía inquieto durante esa noche.

Procedí a ir al estudio donde encendí la computadora y recordé aquel evento de mi época universitaria donde aquella chica tan atractiva era acosada por un desconocido que se hacía llamar "N"

Una cosa llevó a la otra y empecé a escribir una historia donde planeaba que un joven estudiante conociera a una chica, la cual era acosada por un psicópata. Ambos se enfrentarían y luego ganaría el bueno, quedándose con la chica...una historia bastante prosaica y predecible.

Pero en el camino las intenciones y la brújula que me guiaban perdieron la consistencia y la orientación dando como origen la historia de "Los dones de la serpiente"

Pasaba las noches tratando de hallarle sentido a todo aquello. Buscaba en mis recuerdos las historias olvidadas y los detalles perdidos. Elaboraba cronologías una y otra vez para darle a la historia un marco temporal creíble.

El único problema era que no dejaba de pensar en el asunto cuando estaba trabajando. HR parecía estar haciendo un trabajo aceptable y yo terminaba mis quehaceres en un par de horas. Así que empleé el mes siguiente en escribir el resto de mi historia, durante mi tiempo laboral. Me sentía todo un Faulkner.

Una mañana me di cuenta que estaba hablando de dos cosas totalmente dispares y que tenía que separar a los personajes. Era obvio que Salvador nunca iba a estar junto a Fabiola, y ella prefería estar con alguien menos depresivo y tímido.

El sujeto necesitaba otro tipo de mujer para salir de la concha en la que lo había metido. Así surgió Milagro. Tomé como molde a una chica que conocí hacía mucho tiempo en circunstancias bastante inusuales, y cuya ocupación en el área del entretenimiento masculino evitó que tuviésemos una relación que no fuera algo más que lo estrictamente comercial, para mi pesar.

Hasta ahí todo seguía en el campo de lo prosaicamente predecible. Lo que no sabía era la existencia de esa parte en mí que le dio vida al señor Schacten y su partida de "adoradores". Esto surgió una noche donde estaba consciente que la violación de Milagro era un evento más profundo y lleno de matices, e hizo que el personaje de "Fátima" hiciera su aparición como un "Deux ex machina". Lo anterior se convirtió en algo misterioso, aun para mí. En ese momento empecé a tener sueños extraños que me daban pistas de como proseguir cuando yo creía haberme quedado sin ideas.

Luego de un mes de libertad, se destaparon ciertos hechos que añadieron más detalles y giros a la historia.

HR demostró haber sido la peor elección posible como planificadora de producción o como empleada. El desorden que había ingresado en el área creó una serie de problemas cuya implicación más preocupante era la posibilidad de la aplicación de multas a la empresa por unos miles de dólares.

HR tenía la tendencia insidiosa a no aceptar la responsabilidad de sus errores, e insistía en culparme por sus falencias y problemas. El enfrentamiento posterior que tuve con ella fue como la "batalla de Zanzíbar", un par de minutos y todo había acabado. Puse en evidencia su falta de capacidad y como consecuencia directa, fue removida del puesto convirtiéndose en una molestia endémica por los meses siguientes, porque se le colocó para el aprendizaje de otras posiciones laborales, pero el resultado final fue el mismo... la mujer era la personificación de la incompetencia.

Pasé un mes entero corrigiendo todas las equivocaciones de HR, lo único que pude sacar de ganancia fue la creación de Mario Loera.

Este sujeto era la combinación de un jefe que tuve, HR y "el Chapo Guzmán". Aunque del famoso capo solo tenía el apellido. Las descripciones de este tipo tan repelente y tan determinante en la trama, son cosas que demuestran el poder de la ficción. Jamás en mis cabales habría concebido la existencia de un espécimen de tal calaña.

En cuanto al incendio y las circunstancias de su origen, me remito a mis vivencias en una fábrica de pinturas. La estupidez humana es casi infinita, y la puesta en marcha de una tragedia solo necesita del carburante adecuado y una pequeña chispa.

El incidente que viví en dicho lugar pudo ser evitado siguiendo algunas breves recomendaciones que el dueño de aquella empresa pasó por alto debido a su necesidad enfermiza de estar siempre en lo correcto.

El incendio del que fui testigo fue algo de dimensiones domésticas que solo consumió un par de enseres, destruyó la instalación eléctrica de una bodega y detuvo la producción de la planta por un día. Esto quedó grabado en mi psique porque experimenté la posibilidad de quedar herido o morir, al haberme retirado del epicentro del fuego un minuto antes que se desataran las llamas.

Luego de haber terminado toda la historia, vino la parte más difícil, a mi juicio: la revisión de todo el texto. Leer y releer el libro se convirtió en una exasperación tremenda, pero gratificante al final. Pude corregir errores y motivaciones. Agregué y corté donde creí que era necesario. Al final detestaba a toda esa gente y no quería gastar más de mi tiempo en ese universo.

Al término de todo, solo me queda la satisfacción de haber concluido, para mal o para bien. Quedan muchos cabos sueltos que darán origen a nuevas historia. Ya tengo unas páginas acerca de que le pasó a Fabiola y cuál era la "situación extraña" que estaba enfrentando... espero poder terminar dicho relato.

No me duele decir que siento un escozor en la mente por tratar de saber a qué se refiere el "mito de Salomón Rodríguez" y quisiera conocer qué pasó con la dueña del night club, o si los hermanos seguirán con su carrera delictiva, o que le pasó a Víctor en el hospital mientras convalecía por su pierna rota.

Me entusiasman un par de ideas que pueden convertirse en unas historias dignas de ser contadas al final.

No creo en las moralejas o mensajes, y he tratado de evitarlo, al menos de forma consciente. Si algo de eso aparece entre la maraña de los párrafos anteriores pido las disculpas más encarecidas. Lo único que pretendía con este libro era rendir un tributo a la memoria de mi hija, que su historia no se perdiera en la niebla del olvido o de las cosas nunca dichas. Los últimos ocho años se parecen a lo experimentado por uno de los protagonistas. Aunque no soy alcohólico, la montaña rusa de las emociones vividas me han dejado en un lugar en el que nunca soñé estar. A la fecha no he encontrado a ningún anciano que me presente ante una criatura de otra dimensión, pero el hecho de plasmar estas ideas me han revelado cosas que no sabía que existían dentro de mi persona. Y aunque esto me asustó en un principio, no es sino hasta ahora que puedo ver cuánto he cambiado. Y recuerdo un texto que leí de aquel escritor loco de Bangor, no existen mapas para el cambio, uno simplemente sale al otro lado... o no sale.

Al terminar este texto, acabo de concluir la última revisión de la novela. Me dispongo a imprimir el libro en su totalidad y llevarlo al Registro de Propiedad Intelectual.

Que pasará a partir de hoy, es un misterio que me elude, pero estoy dispuesto a esperar lo mejor, aunque eso solo prueba que aún conservo mi inocencia en algunos aspectos de mi vida.

Alex Blanco