"Ciudad estelar" por Luis Makianich
Con el mismo concepto de la nave nodriza, se erige la urbanización en el punto ciego que ofrece la luna en el espacio, acompañando el movimiento orbital en torno a la tierra y ocultándose en su lado oscuro. Está compuesta por miles de edificios inscriptos en cuerpos geométricos, simulando ser satélites de comunicación, pero que en realidad constituyen la sofisticada trama urbana de la ciudad Estelar.
En su interior miles de seres deambulan por sus conductos viales en todas direcciones, sin considerar cuestiones físicas debido a la falta de gravedad, dado que cada cuerpo rota sobre sí mismo y con diferente eje, produciendo campos magnéticos perimetrales que los mantienen separados, aunque manteniendo su posición relativa respecto del conjunto. A modo de vías rápidas, en la periferia de cada unidad se encuentran los anillos gravitacionales, dentro de los cuales se desplazan los vehículos de transporte interno; algunos de ellos están en contacto con el anillo de la comunidad vecina en un punto, donde se produce un puente de rotación que permite migrar a otro elemento urbano, siendo esta la única conexión inter-barrial que no necesita salir al espacio exterior.
La nueva colonia de humanos se encuentra alojada en el sector central de la ciudad, lo que los priva de las vistas hacia el espacio, provocándoles a sus habitantes un estado depresivo con inclinación hacia la introspección, para evitar cualquier intento de fuga, aunque esto pareciera ser una mera ilusión. Fueron distribuidos en celdas por parejas de ambos sexos, elegidos aleatoriamente, salvo en el caso de Sara y Axel, a quienes se los ubicó juntos ante la sospecha de que ambos sentían algún tipo de atracción mutua. Ahora ellos están en su aposento totalmente vidriado sin medios de salida aparente, distanciados entre sí por elección propia, como si cada uno le reprochara al otro la situación en la que están envueltos, sin mirarse y agazapados en esquinas opuestas de la habitación.
Desde el exterior del cuarto, la pareja alienígena que los condujo hasta allí los observa a través del muro de cristal estudiando cada una de sus reacciones sin que ellos lo hayan notado desde entonces, producto de los reflejos producidos por el vidrio y la baja iluminación de los pasillos externos. En su afán de analizar su comportamiento empiezan a producir algunos eventos en el cuarto que alteren la tranquilidad en los prisioneros, como modificaciones en el color de la luz, o sonidos extraños provenientes de la estructura edilicia, sin lograr reacción alguna en ellos, debido a la magnitud de sus problemas, que parece haber saturado su capacidad de resolución a juzgar por su estado de abatimiento.
Una pequeña puerta se abre en el piso mostrando un compartimiento que contiene dos cazuelas de forma semiesférica conteniendo ambas, una provisión de lombrices moviéndose en todas direcciones.
-¡No otra vez! - Exclama Sara en tono apagado y malhumorado.
-Esta vez lo voy a comer – dice Alex – no podemos seguir así, nos estamos debilitando demasiado desde que dejaron de alimentarnos por suero en la nave nodriza.
-¡Yo jamás lo voy a hacer…! Prefiero morir de hambre.
Alex se levanta con mucha incomodidad, debido a que siente las articulaciones atrofiadas por la falta de ejercicio y alimentación y se acerca al centro del cuarto a recoger las vasijas de vidrio transparente con el movedizo alimento, se agacha con parsimonia y toma ambas tazas llevándole la suya a Sara, que se encuentra sentada en cuclillas en la otra esquina, y se niega a tomarla con un leve movimiento de cabeza.
-Te lo pierdes –Dice él con cierto sarcasmo mientras vuelca el contenido de un recipiente en el otro para luego aprisionar las lombrices entre ambos recipientes, haciendo presión hasta convertirlas en un espeso jugo verde, vuelca parte del líquido en el otro pocillo y se lo vuelve a ofrecer a ella. –Es orgánico y tiene muchas proteínas, como las porquerías que seguramente consumías en el gimnasio – le dice en tono jocoso.
Sara levanta la vista para mirarlo desde el suelo y un chispazo en sus ojos delatan que está a punto de ceder, cuando él se mantiene erguido con el alimento en la mano apuntando hacia ella, que lo toma con timidez, dudando justo antes de apoyar el borde de la vasija en sus labios, hasta que Alex toca suavemente con dos de sus dedos la taza induciéndola a beberlo, lo que hace de un solo trago hasta el fondo.
-No está nada mal –dice ella con una sonrisa – ahora es tu turno.
Alex mira su bebida y con una expresión de asco lo toma también hasta que vomita parte del trago sobre el piso, cuando una lombriz sobreviviente se escurre entre la sopa derramada.
-¡Ah…! –Dice él sumamente asqueado -nunca toleré estos alimentos orgánicos.
Repentinamente, unos aspersores ubicados en el cielorraso empiezan a esparcir agua en forma de lluvia sobre toda la habitación lavando el suelo y escurriendo el vómito sobre la rejilla central que se cierra provocando que se inunde algunos centímetros. Ambos aprovechan el imprevisto chaparrón para tomar una ducha refregando las manos por sus caras y cuerpos, gozando del momento y luego de mirarse atrevidamente, se quitan toda la ropa como si fueran a zambullirse en un lago. Una vez desnudos, descubren que están siendo observados por la pareja alienígena y ambos intentan cubrirse con sus brazos, hasta que un momento después, un raro pensamiento pasa por sus cabezas y cambian de actitud, permitiéndoles ver sus cuerpos en un arranque de exhibicionismo que los motiva a moverse con cierto erotismo, hasta que sus ojos se cruzan y empiezan a hacer el amor suavemente, y sabiéndose espiados por los dos extraterrestres, exageran sus movimientos. La lluvia se detiene lentamente y una vez que escurre toda el agua la habitación empieza poco a poco a perder gravedad, hasta que sus cuerpos empiezan a flotar en el ambiente abrazándose entre sí con brazos y piernas en una mágica danza de excitación, cuando Alex, por primera vez, besa en la boca a Sara que lo acepta complacida, cerrando sus ojos a lo que pueda suceder, y abandonándose a su suerte.
Sus cuerpos juegan con la ingravidez del cuarto explorando cada sensación que les produce ese estado y al abrir los ojos, descubren que la copla alienígena se encuentra junto a ellos en la habitación, enfrentados entre sí y flotando en forma vertical. La hembra empieza a abrir sus piernas y su cuerpo empieza a mostrar la hendija de luz que surge desde los labios de su vagina hasta extenderse en todo su cuerpo como un río de lava que recorre su abdomen, el valle de sus pechos hasta llegar a su boca, irradiando la sensación de placer que el macho absorbe con su propia luminosidad, entrelazando sus piernas con las de ella y fundiendo su propia luz con la centellada por su Venus, en un aura que los envuelve contagiando de felicidad a la pareja de humanos.
Consumado el acto, ambos vuelven a suspenderse en posición vertical, girando hacia enfrentarse con Sara y Alex, que empiezan a mostrar signos de temor, y se separan el uno del otro.
La hembra deja de brillar y se quita lentamente las mangas metálicas que cubren sus piernas y brazos, dejando al descubierto los tatuajes tridimensionales que pueden verse a través de su piel translúcida. Alex queda maravillado con su belleza, expresada en su colorido y movimiento y se acerca a ella como hipnotizado, sin temer por su seguridad. Sara vuelve a mirarlo con una expresión de celos que el macho toma como una invitación hacia él, y se quita su propia vestimenta, proponiéndose a ella, que no deja de mirar a Alex y a la mujer que intenta seducirlo. Al ver que se abandona a sus encantos, Sara decide entregarse también, alentada por el despecho y ambas parejas consuman un extraño rito sexual que se produce entre luces y sombras de un amargo desencuentro.
"Alienígena" por Luis Makianich
¡Necesitas ser un miembro de Creatividad Internacional para añadir comentarios!
Participar en Creatividad Internacional