"El Reloj Biológico"
Uno de los principales objetivos de esta administración es la búsqueda de la perfección del organismo, basándose en la manipulación genética. Se intenta detener el tiempo de envejecimiento en las personas, modificando la composición biológica de sus órganos, combinándola con clonaciones de especímenes creados en laboratorio, para evitar las enfermedades y aumentar la duración saludable del cuerpo humano. La nueva legislación de la clonación promueve que las alteraciones ya no solo se realicen en embarazos sino también directamente en jóvenes, lo que permitiría acelerar el tiempo de progreso en las investigaciones, puesto que no hay que esperar el cambio en las futuras generaciones, sino que es factible observarlos inmediatamente, y un mismo individuo estaría en condiciones de recibir una cadena de tratamientos, que lo irían modelando conforme se vean los resultados.
La cúpula gubernamental está compuesta por unos pocos adolescentes que se instauraron casi por omisión de sus opositores, quienes simplemente decidieron no ofrecer resistencia, ante la negativa de la población a tomar partido alguno. En realidad, el pueblo carece de iniciativas ante un régimen que le ofrece exactamente lo que este desea. Todo el sistema está mecanizado para proveerles el alimento, la vivienda, la salud y la seguridad que se requiere, en un mundo en el que no es necesario trabajar para lograrlo. La educación es considerada inoperante dado que el gobierno es el único proveedor y este es quien posee el monopolio absoluto de la información y los medios de difusión. Las máquinas son autosuficientes para todas las tareas de servicio necesarias y los ciudadanos viven felices participando en un juego popular, que contiene sexo y drogas como incentivo, evasión de responsabilidades y ocio como modo de vida, dejando lo demás en manos del estado omnipotente que solo exige el acatamiento de las reglas de convivencia como pago por sus servicios, entre las que se encuentra ofrecer sus cuerpos a la investigación biológica cuando estos son requeridos. El estado está abocado a la búsqueda de la prolongación de la vida en condiciones ideales sin enfermedades ni hambre mediante estos experimentos.
El humano sin estos acondicionamientos, es considerado un discapacitado social, aunque solo puede serlo por elección propia, ya que todos tienen el derecho a mejorar; sin embargo, una reducida parte de la población ha optado por vivir marginados del sistema, procurando su alimento y cobijo por sus propios medios recluyéndose en las granjas de los suburbios, lo que no es considerado un peligro para el sistema ya que se considera que ellos están condenados a perecer naturalmente, sin los avances de la biomedicina actual.
En un sector de la ciudad, se desarrolla una escena que se repite en cada cubículo de las megalópolis, donde habitan los adolescentes que han conseguido desvincularse de sus antiguas familias y ahora sienten el pleno poder de sus acciones, sin vínculos permanentes que los asocien con ninguna otra persona, evitando las relaciones afectivas que los priven de su lograda libertad individual. Una docena de jóvenes de ambos sexos se encuentran desparramados en sillones y almohadones en torno a un aparato teledifusor de hologramas, ubicado en el centro del cuarto, y que representa la principal atracción que los congrega. Todos ellos están conectados al equipo mediante un electrodo que los induce a participar del evento simplemente con su mente, sintiendo las reacciones de sus compañeros como propias, las que son potenciadas por el alcohol y alguna droga que ingieren durante el juego.
La función comienza con la imagen holográfica de una hermosa joven que se pasea entre los participantes en paños menores, simulando acariciarlos con su rayo lumínico hasta que una ruleta elije a uno de ellos, y este empieza a desvestirse. Al hacerlo, pueden verse los rastros de las operaciones biomédicas que la administración le ha infringido, como el mejoramiento de sus glúteos y el torso, destacados con una coloración diferente a la de su piel, mientras el resto del grupo festeja los injertos con caricias sobre ellos. La ruleta vuelve a girar en la máquina y se detiene sobre una joven que empieza a desvestirse, mientras la animadora holográfica hace mención de sus implantes de mamas y otros arreglos en su cuerpo para que el resto los acaricie con sensualidad. Una vez terminado ese rito, la pareja seleccionada empieza a realizar una danza en la que se frotan sus cuerpos entre sí, provocando que el auditorio sienta en su propio cuerpo sus caricias a través de las conexiones eléctronicas a la máquina, cuando una voz proveniente de ella les describe el acto con voz suave e hipnótica. Los dos participantes sienten que se está exponiendo su vida pasada cuando la máquina describe las peleas que tuvieron con sus viejas familias cuando formaban parte de ellas, y las imágenes en las pantallas muestran situaciones similares que podrían haber sido vividas por cualquiera de los presentes, aumentando la sensación de placer, cuando la pareja empieza su acto sexual en frente de quienes pudieron haber sido sus padres, recriminándoles el sentir placer como si fuera un crimen. La música aumenta su volumen hasta que cada espectador siente en carne propia el deseo emanado por los jóvenes en el centro y un orgasmo conjunto sacude al grupo casi al unísono, hasta que el sonido se debilita y todos caen extasiados sobre sus cojines hasta quedarse dormidos, abrazados unos con otros.
Mientras todo duerme, el equipo sigue relatando sucesos de sus vidas pasadas aleatoriamente, como si quisiera grabar en sus sueños un mensaje subliminal, como una tanda comercial de antaño, que ahora solo se refiere al despojo de una sociedad acabada, para que lo indeseable no vuelva a repetirse:
-“¡Te dije que no llegaras tarde a casa!”
-“¿Acabaste con tu tarea?”
-“¡Espero que no vuelvas a hacerlo!”
-“¡Mientras vivas en esta casa…tú haces lo que yo diga!”
Al alba, la máquina deja de emitir sentencias, y la vida continúa.
Alicia abre los ojos luego de la experiencia de anoche y una sensación de angustia se desliza por su mejilla en forma de lágrima. Cubre su cuerpo desnudo antes que despierte el resto de sus compañeros, mientras se queda mirando a Emilio, aún sin ropas descansando en el centro del equipo holográfico y lo cubre con una manta. Se levanta y sale del cuarto hasta una terraza desde donde puede verse la gran ciudad desmoronándose en cascada hasta el balcón, configurando una aterradora vista del hacinamiento en que están inscriptos. Intenta mirar más allá de las construcciones y le resulta imposible ver el horizonte, lo que le impregna una sensación de aislamiento que la conmueve.
-¡Hola! –Dice Emilio que acaba de despertarse – ¿Vos me cubriste con la manta?
-Si – Dice Alicia disculpándose –me pareció que tenías frío.
Emilio la mira con desconfianza y luego mira hacia adentro, donde se encuentran sus compañeros de cuarto, algunos de ellos empezando a despertarse.
-Me parece que es hora de desaparecer –Dice Emilio – No quisiera encontrar tránsito antes de llegar a casa.
-¿Dónde vives? –Pregunta Alicia, aunque él no le responde y se interna en el departamento para empezar a vestirse, cuando algunos de los visitantes empiezan a despedirse. Alicia se queda decepcionada contra el barandal cuando Emilio regresa y alcanzándole la cartera a ella le dice:
-Muy bien…si quieres te acompaño a tu hospedaje.
Alicia toma sus cosas y le sonríe un poco exacerbada, lo que no le cae muy bien a él.
-No te hagas ilusiones -Le reprocha –Esto no significa nada, no quisiera que por habernos tocado en suerte el tener sexo juntos esto vaya a durar una eternidad.
-¿Y cuánto es una eternidad?
Él la mira con recelo y se da vuelta a ver a Mario que está a punto de irse, cuando le dice: -Si vas al norte podemos ir juntos, en el tren subte.
-Bien, dice Mario y los tres empiezan a bajar las escaleras que dividen los cubículos hasta llegar al nivel de transporte comunitario, donde una interminable oruga metálica emerge de entre las casas, los engulle y se los lleva a bordo hasta perderse nuevamente en el mar de acero y vidrio. En el interior del convoy, Mario y Emilio se sientan juntos y se pasan todo el trayecto comentando la excitante experiencia vivida por todos, y de vez en cuando Emilio hecha una ojeada a Alicia en medio de sus comentarios haciendo que ella baje la vista repetidas veces ruborizándose, hasta que él interrumpe su charla y le dice:
-¿Te sucede algo? – Mientras Alicia, que está sentada en los asientos de enfrente no le contesta y apretando los labios se queda mirando por la ventanilla el paisaje de casas que se abalanzan muy cerca de ellos. El altoparlante anuncia la próxima estación y Alicia se levanta y con voz entrecortada les dice: -Es la mía –Y se apresta a bajar del ferrocarril. Poco después Emilio se despide de Mario y baja tras ella, intuyendo que algo malo le sucede y una vez abajo, la sigue ocultándose hasta ver que se queda sentada en una banca de la estación subterránea. Se le acerca y le pregunta: -¿Qué haces aquí?
-No tengo adonde ir – Responde –Acabo de irme de la casa de mis padres y esta es mi primera vez sola.
Emilio da un par de pasos en diferentes direcciones para luego decirle: -¡Pero solo por un tiempo…! Yo ya he tenido demasiada familia.
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