La radionovela “Kadir el árabe” (Crónica)

Por Esteban Herrera Iranzo

Anoche una amiga me llamó a mi WhatsApp para preguntarme que si yo había oído la radionovela “Kadir el árabe”. Que ella  es amante de las novelas de los años 50 y 60, pues su abuela se las ha venido contando desde muy niña, pero que  de esta solo recuerda al protagonista, pues el argumento y el resto de personajes parecen haberse borrado de su mente. Me dijo, además, que ella le ha preguntado a varias personas de cierta edad que aseguran haberla oído, pero que a estos les sucede exactamente lo mismo que a su abuela: recuerdan al protagonista pero no al resto de personajes ni el argumento.

Le respondí que sí la había oído y que podía contársela, y hablarle, además, sobre algo muy curioso que sucedió con los oyentes durante el transcurso de ella, y que bien podría tener alguna relación con el hecho de que muchos no recordaran la mayor parte.

- ¡Dale Esteban! ¡Te escucho! -, me dijo con un grito de alegría propio de quien en verdad ama las novelas.

- Voy entonces -, me dije.

En 1960, es decir hace sesenta y tres años, en pleno auge de las novelas radiales, aparece en Colombia la radionovela “Kadir el árabe”, escrita por el guionista colombiano de radionovelas Fulvio González, protagonizada por el experimentado locutor colombiano de novelas radiales, Manuel Pachón, y cuyo antagonista era otro de los grandes de Colombia, Cesar Borrero. La novela era patrocinada por Colgate Palmolive.

En Barranquilla se oía por Emisoras Unidas y por Riomar, a las 12 del día, pero pronto los Barranquilleros se cambiaron para la Voz de Santa Marta porque esta emisora llevaba dos o tres capítulos más avanzados.

Cada capítulo se iniciaba con un segmento musical que parecía extraído de alguna canción árabe, seguida luego por las voces de una mujer y un hombre, así:

Voz de mujer: “Colgate Palmolive presenta Kadir el árabe”.

Voz de hombre: “Los hombres temían la fuerza de su espada vengadora”.

Voz de mujer: “Y las mujeres se rendían ante la fuerza sublime de su amor”.

En esta novela un pirata al que llaman Kadir el árabe enfrenta al imperio de la maldad que ha construido Álvaro De Almagro, jefe de las guarniciones militares de la Cartagena de Indias colonial, gracias a las constantes presiones y amenazas que hace al cobarde gobernador Gonzalo De Monteverde, para que este le permita depredar a su antojo el erario público.

La historia empieza con el asesinato inexplicable de Del Rodríguez, un funcionario de alto cargo de la gobernación de Cartagena.

La Corona al enterarse del caso envía a Eduardo Sandoval para que investigue, y este descubre que a aquel lo matan porque sabe sobre un desfalco cuantioso en el erario público.

Eduardo Sandoval se dirige entonces al Gobernador, Gonzalo de Monteverde, y lo advierte sobre la gravedad de los hechos. Este, asustado por el castigo a que pudiera someterlo la Corona, acude a Álvaro De Almagro, quien es el verdadero responsable, para que trate de arreglar las cosas. Pero el despiadado De Almagro le ordena que lleve a Eduardo Sandoval, bajo cualquier pretexto, a un precipicio conocido como “El ala del vigía”.

El gobernador logra convencer a Eduardo Sandoval para que lo acompañe al lugar, y estando los dos allí, aparece Álvaro de Almagro acompañado del capitán Valdivia, un subalterno sanguinario, que desenvaina su espada y dice al gobernador que arroje a Eduardo Sandoval por el precipicio o él los mata a los dos. Este, para salvar su vida, lo empuja hacia las profundidades.

Días después llega a Cartagena Pablo Sandoval, un hermano de Eduardo Sandoval que es coleccionista de mariposas. Este hombre lleva un camino en la mitad de la cabeza y unos lentes de montura negra, muy gruesa, que le dan un aspecto de idiota.

Un día Pablo Sandoval, buscando mariposas por los alrededores del palacio de la gobernación, conoce a Yolanda De Monteverde, la bella hija del gobernador, y se enamora en tal forma de ella que comienza a enamorarla. Pero Yolanda no le presta atención porque lo ve idiota.

Pablo, consciente de que Yolanda no va a aceptar su amor, habla con Gonzalo de Monteverde y le pide la mano de ella, y este, que siente un profundo remordimiento por haber participado en la muerte de su hermano Eduardo, se la concede por encima de la voluntad de ella y de Álvaro de Almagro, que no de buenas intenciones se muestra en desacuerdo.

El matrimonio se lleva a cabo, pero no se consuma porque Yolanda no ama a Pablo, quien suele besarla a la fuerza.

Para esos días, un pirata que viste de negro, con una máscara negra y una pañoleta blanca, al que llaman Kadir el árabe, y quien es el jefe de un grupo de corsarios que portan espadas, sables, dagas y pistolas, es culpado de asaltar los barcos cargados de tesoros que la administración de Cartagena envía hacia el puerto de Cadiz. Y, Gonzalo De Monteverde ha organizado una flota para capturarlo. Álvaro de Almagro, en tanto, aprovecha la situación para seguir apoderándose de cuanto tesoro envía la gobernación a España.

Más, Kadir, que se ha enterado de las mañas de De Almagro, envía una carta al gobernador advirtiéndole que, si no desenmascara públicamente a este y lo lleva ante la justicia, tomará represalias contra él.

Pero Gonzalo De Monteverde prefiere ignorar la amenaza pues “un vulgar pirata no tiene autoridad para darle órdenes”.

Kadir, al ver que el gobernador se niega a cumplir su petición, rapta a Yolanda De Monteverde y la lleva a su refugio secreto en las Islas del Rosario, donde Ashel, la bella indiecita de ojos y cabellos negros que vive enamorada de él, se encela al verlo constantemente con ella.

Los días pasan y Gonzalo De Monteverde llora amargamente la ausencia de su hija. Esta, en tanto, rechaza las constantes proposiciones amorosas que le hace Kadir, contestándole que jamás será de él porque es una mujer casada y ama a su esposo. Él, no obstante, la besa a la fuerza, y, en un tono burlón, le dice que no cree que ella pueda amar a un idiota cazador de Mariposas como es Pablo Sandoval.

En cierta ocasión Yolanda ve, a lo lejos, que Kadir está hablando con Ashel sin su antifaz, y, llevada por la curiosidad de conocer su identidad, se le acerca por la espalda con mucha precaución, pero Ashel la ve y advierte a este, que se lo pone y camina hacia ella. Yolanda, que no puede ocultar el celo que le produce el que Ashel sepa quién es Kadir y ella no, pide a este que si realmente siente algo por ella se lo demuestre quitándose la máscara para verle el rostro, pero la respuesta que recibe la desconcierta por completo: “No puedo hacerlo porque eres la hija de uno de los hombres que me causaron un daño que jamás nadie podrá reparar”. Yolanda ve cómo Kadir derrama unas lágrimas que mojan su antifaz.

Aquella respuesta alertó a los oyentes de la radionovela, que también se morían por saber quién era el personaje. Ellos contaban solo con una pista que habían deducido del anuncio con el que comenzaba diariamente la novela: “Los hombres temían la fuerza de su espada vengadora”, es decir que la novela trataba de una venganza de Kadir contra alguien. Ahora tenían una segunda: “Kadir era alguien a quien Gonzalo De Monteverde y supuestamente Álvaro de Almagro habían causado un agravio muy grande”. Pero cabía entonces preguntarse: ¿A cuántas personas no habrían agraviado estos?

Kadir se entera de que el gobernador se encuentra muy enfermo por la ausencia de su hija, y decide devolverle esta.

Álvaro De Almagro, por su parte, descubre que Ana (su mujer, y ex mujer del asesinado Del Rodríguez) es una espía de Kadir, y la tortura despiadadamente. Kadir, al enterarse de esto, va en busca de ella y, después de un encuentro a espada con la guardia de Álvaro de Almagro, en la que mata al sanguinario Valdivia, logra rescatarla y huye con ella a caballo, pero se le cae el antifaz por el camino.

Enriqueta y Tata Merced, dos viejas chismosas de la ciudad, ven, atreves de la ventana de la casa de ellas, que Kadir se acerca al galope sin su antifaz y con Ana entre sus brazos. Y cuando estos pasan cerca de ellas, alcanzan a ver que este tiene un gran parecido con el idiota de Pablo Sandoval. Comentan entonces entre ellas que Kadir puede ser otro hermano de este o el mismo Eduardo Sandoval, que posiblemente no está muerto, pues, según es sabido en Cartagena, su Cadáver no ha sido encontrado.

Pero los oyentes se hacían una pregunta: ¿De ser Kadir un hermano, cualquiera fuere, de Pablo Sandoval, intentaría enamorar a la mujer de este?

Aun cuando estos descartaron de plano el que se tratara de un tercer hermano, quedaron divididos entre quienes pensaban que Kadir era Eduardo Sandoval, que no había muerto, y quienes pensaban que era su hermano Pablo, que simulaba ser un idiota cazador de mariposas para que nadie sospechara de él.

La novela siguió su curso, al parecer con la mayoría de los oyentes apartados de la historia ya que a ellos solo parecía interesarles quién podía ser Kadir. Y quizás, por eso hoy cuando se le pregunta por ella a alguien que logró escucharla, su respuesta es casi siempre la misma: “Kadir era Fulano de tal, el que se dedicaba a tal cosa”. En efecto, es muy raro encontrar a alguien que pudiera describir cuál es su argumento. Solo recuerdan un desenlace reducido a la mera expresión de quién era verdaderamente el pirata.

Algunos capítulos más tarde, Kadir, hablando con uno de sus hombres, le dice: “Solo destruyendo al miserable de Álvaro de Almagro podré sentir que he vengado esa muerte tan absurda”.

Esta otra frase ocasionó una gran discusión entre los oyentes pues, para unos era de lo más contundente, Kadir estaba vengando una muerte que seguramente era la de Eduardo Sandoval, que sí había muerto. Luego Kadir debía ser Pablo Sandoval. Así que el bando de los oyentes que pensaba que era Eduardo Sandoval, había perdido. No obstante, estos últimos seguían sosteniendo que Kadir era Eduardo Sandoval, que no estaba muerto, y que con esa frase podía estar refiriéndose a la muerte de algún ser muy querido para él.

Recuerdo como si fuera hoy, que esa tarde en la escuela 14 para varones, en la cual cursaba yo entonces el tercer año elemental, dos muchachitos de mi curso, Silvera y Manotas, que discutían sobre el caso en uno de los corredores, terminaron agarrándose a puños, y la seño María, que era nuestra maestra, los separó y le dio un cocotazo a Manotas -  Por eso es que sacas malas notas. La cabeza no te da ni para pensar que Kadir no puede ser un muerto –, le dijo entre dientes. Yo, en tanto, que también me moria por saber quién era el personaje, al oir lo que aquella había dicho, quedé aun más confundido, pues seguramente ella sabía muy bien a lo que se estaba refiriendo, pero lo había expresado mediante una frase que tiraba para ambos lados: “La cabeza no te da ni para pensar que Kadir no puede ser un muerto” 

Kadir está preparando ya su última batalla contra el imperio del mal, pero uno de sus hombres, Yáñez, lo traiciona diciéndole a Álvaro De Almagro dónde está el refugio. Y dos días después, este llega a las Islas del Rosario con su flota y produce una gran masacre entre los hombres de Kadir que allí se encuentran.

De Almagro llega hasta un cuarto en el que supuestamente debe estar Kadir pero a quien encuentra es a Ashel, e intenta violarla. Ella se resiste y lo enfrenta con unas tijeras, pero él le tuerce la mano y la hiere en el pecho con ellas.

Cuando Kadir llega en su barco pirata al refugio, encuentra que muchos de sus hombres están muertos y otros tantos heridos. Y al no ver a Ashel por ninguna parte, va en busca de ella hasta su cuarto y la encuentra tirada en el suelo. Se agacha entonces, la abraza y le besa los cabellos. Ella, agonizante, levanta la mirada a él y pronuncia un discurso largo, amoroso y muy conmovedor, que el va contestando con palabras muy dulces y suaves besos en su cabello. Finalmente ella muere en sus brazos con una sonrisa de felicidad.

Kadir se dice que es mejor no esperar a que De Almagro vuelva al campamento, sino que tiene que planear un ataque sorpresa para acabarlo de una vez.

Álvaro De Almagro, convencido de que ha exterminado a los hombres de Kadir, arrecia las presiones contra el gobernador Monteverde para que le permita seguir con sus fechorías. Y este, que le tiene pánico, deja que se adueñe de dos barcos llenos de tesoros que van hacia el puerto de Cádiz. Mas, De Almagro, no contento aun, va un día al palacio y le pide que le dé a Yolanda para hacerla su mujer. Le dice que él matará al idiota de Pablo Sandoval y se casará con ella.

Ante semejante descaro, el gobernador se enoja en tal forma que le contesta que no se la dará por nada del mundo, y que se retire de su despacho y no vuela más porque tampoco va a seguir permitiéndole que se robe los tesoros de la corona; que si insiste lo denunciará ante esta para que lo juzgue. De Almagro, no contento con la respuesta, lo amenaza con darle veinticuatro horas para que cumpla la petición, o de lo contrario deberá atenerse a las consecuencias.

Pasan, sin embargo, las veinticuatro horas y el gobernador se muestra firme en su posición. De Almagro llega entonces con un puñado de hombres al palacio, entra al despacho de este y al ver a aquel sentado en su escritorio, se le acerca y le dice que les entregue a Yolanda y a Pablo ya mismo o le matará. El gobernador, al oírlo, se levanta del escritorio y se arroja contra él, que saca su espada y lo recibe con una estocada en el corazón.

De Almagro ordena a sus hombres buscar a aquellos por todo el palacio, mientras, él revisa minuciosamente los archivos de la gobernación y se apodera de cuanto documente pueda delatar sus fechorías. Mas unos ruidos de choques de espadas, acompañados de gritos, llaman su atención.

De Almagro camina hacia una ventana, se asoma por ella, y ve a sus hombres trenzados en feroz combate contra los hombres de Kadir, que tienen rodeado el palacio.

Kadir, en tanto, se encuentra en un callejón del palacio combatiendo a espada con el traicionero de Yáñez, a quien desarma y le enseña el rostro después de quitarse la máscara de un tirón. Yáñez queda paralizado. ¡No puede ser! ¿Usted? – grita.  Pero Kadir  le ordena ponerse la máscara y lo puya con la espada en las costillas hasta hacerlo  correr hacia el patio, donde se hallan atrincherados los hombres de Almagro, quienes al confundirlo le disparan hasta verlo caer muerto.

Después de un largo rato, Kadir y sus hombres logran tomarse el palacio. Kadir llega entonces hasta la sala con su espada en la mano, y encuentra que Álvaro De Almagro, espada en mano también, lo está esperando con el rostro plagado de odio. Se enfrentan en un combate a muerte y Kadir le asesta una estocada en el pecho que lo lleva al suelo, sin vida.

Después de una búsqueda angustiosa, los hombres de Kadir encuentran a Yolanda encerrada en un cuarto y la conducen hasta él. Esta, al verlo sin su máscara, corre y se arroja a sus brazos. Se besan apasionadamente. Ella, poseída por una felicidad que nunca antes había experimentado, clava su mirada en el rostro de él y se pregunta que: ¿Cómo es posible que no se había dado cuenta que los besos que Kadir y su esposo Pablo Sandoval le daban a la fuerza, tenían un mismo sabor?

FIN