Los canarios criollos en Barranquilla

Por Esteban Herrera Iranzo

Desde muy niño he sido amante de los pájaros, y no por mera casualidad, mi madre era una experta criadora de aves, en tanto que muchos de mis amigos de Los Andes, el barrio en que me crié, eran aficionados a ellos. De modo que cuando yo tenía unos ocho años, toda mi casa, desde la sala hasta el último rincón del patio, la tenía repleta de jaulas en las que se encontraban pájaros…

 Una Patada Misteriosa (Crónica)

Por Esteban Herrera Iranzo

Hoy, hablar de una patada no es cosa que pudiera interesar mucho en un mundo en el que la gente parece estar centrada solo en la búsqueda de lo nuevo. Mas si yo dijera que quiero referirme a una patada de la que nadie jamás hubiera imaginado las consecuencias inmediatas que ocasionaría a quien la recibió, ni las posteriores de quienes de una manera accidental la presenciamos sin mayor explicación que…

Gastroenteritis, desnutrición y maná en la Barranquilla de ayer  

Por Esteban Herrera Iranzo

A finales de la década de los cincuenta, durante el primer periodo presidencial del frente nacional, Barranquilla aún no se recuperaba de la epidemia de gastroenteritis que durante más de una década había estado acabando con la vida de cantidades de niños, especialmente de la clase pobre. Para entonces estudiaba yo en una escuela oficial del barrio los Andes, con…

 Barranquilla y “La Regeneración”

 Por Esteban Herrera Iranzo.

 Negar que el proceder de alguien está en gran parte relacionado con su espesor histórico, sería tan tonto como ignorar que ciertos comportamientos violentos del humano, a los que muchas veces no encontramos la menor explicación, son obra de ese primate que todos llevamos por dentro.

El imaginario cultural de una persona ha podido ser adquirido por mera casualidad,…

Los Chirríos en la Barranquilla de ayer  ( Crónica)

Por Esteban Herrera Iranzo

Una de mis mayores diversiones de cuando era niño fue la de cazar chirríos, unas avecillas negras, que en tiempos de invierno habitaban en los montes de los alrededores de mi barrio, donde anidaban, y se alimentaban de la espiga de la granadilla, una hierba que crece en el monte, hoy en vía de extinción.

Digo que fue una de mis mayores diversiones porque el chirrió no…

EL  JARDÍN  DE  ALDOMAR  (Cuento)

Por: Esteban Herrera Iranzo

      Veinte años hacía que Aldomar había estudiado en aquella escuela y no iba a desaprovechar la oportunidad que la suerte le había brindado esa tarde al encontrar la puerta abierta para echar un vistazo a su interior. Volver a ella había sido durante todo ese tiempo su mayor anhelo, mas, la prohibición que entonces le había impuesto la dirección de la institución, de no aparecerse más nunca por…

Los Paquitos  (Crónica)

Por Esteban Herrera Iranzo

En nuestro lenguaje coloquial de hoy, hablar de Paquito es hablar de carreta, de camión, o sea de mentira, de exageración. Sin embargo, no creo que exista en Barranquilla, por hablar solo de esta ciudad, una persona de mi edad, o menor, que no hubiera vivido la gran fiebre de los “Paquitos” de los años cincuenta y sesenta.

Los Paquitos eran unas revistas de historietas creadas, en su mayoría, en los…

Joselito, el gran mito de Dionisio.  (Crónica)  

 Por Esteban Herrera Iranzo.

      Si había algo que cuando niño me producía pánico era “Joselito”, un  muñeco de trapo cuya sepultura pone fin, un día martes, a los carnavales de Barranquilla. Y es que, estando yo muy pequeño,  mi padre me había llevado a presenciar el rito fúnebre: Unos hombres vestidos con faldas de mujer color negro, uno de ellos con una pala en la mano,…

EL ex edificio de los Seguros sociales del barrio Los Andes: Una historia que muchos desconocen.  (Crónica)

Por: Esteban Herrera Iranzo

En los primeros días de febrero del año pasado, pedí a mi hijo Esteban que me llevara en su auto a la casa de Los Andes en que yo me había criado — y en la que ahora viven unos familiares nuestros –. Había llegado a Barranquilla unos días antes y quería verla, recórrela metro a metro de la sala al patio y luego sentarme allí,…

La radionovela “Kadir el árabe” (Crónica)

Por Esteban Herrera Iranzo

Anoche una amiga me llamó a mi WhatsApp para preguntarme que si yo había oído la radionovela “Kadir el árabe”. Que ella  es amante de las novelas de los años 50 y 60, pues su abuela se las ha venido contando desde muy niña, pero que  de esta solo recuerda al protagonista, pues el argumento y el resto de personajes parecen haberse borrado de su mente. Me dijo, además, que ella le ha preguntado…

BENECIO (Cuento).   Por: Esteban Herrera Iranzo

Una noche de Diciembre de 1966, poco antes de las ocho, yo me hallaba frente a la casa de los Balcázar, donde un grupo numeroso de vecinos esperaba la llegada de Damaris, única hija del hogar, que acababa de casarse con Augusto Del Risco, un joven que no hacía un año se había mudado al barrio.

Desde el lugar en que yo estaba, podía ver, a través del ventanal de hierro que había en el frente, gran parte de la sala…

Una Laura Extraña (Cuento)

Por Esteban Herrera Iranzo

A mis sesenta años largos, no he sabido de alguien que haya vivido una pasión tan desenfrenada por los gallinazos –, esos pequeños buitres de los que se dice que comen de todos y nadie come de ellos –, como la mía cuando era apenas un niño de unos diez años. Por eso aquella mañana, cuando Joaquín De las Salas y su esposa, Teresa La Madrid, llegaron a mi casa de Los Andes, un modesto barrio de Barranquilla en…

El reto de hoy (Cuento)

Por: Esteban Herrera Iranzo

Esa noche David Miguel caminaba por una calle de Barranquilla con aquel interrogante que desde hacía meses venia destrozándole a pedazos una existencia que, según sus propias palabras, más desafortunada no podía ser: ¿Qué era lo que había provocado que su matrimonio de cuatro años con quien fuera la mujer de su vida, hubiera caído en aquel ámbito de discusiones y peleas tan insoportables que los…

La mujer de la escoba (Cuento)

Por: Esteban Herrera Iranzo

Aquella Mañana Abelardo me había llamado para pedirme que fuera a su casa, que tenía algo urgente que decirme; estaba desesperado y con una voz quebrada como la de días antes cuando me habló del extraño mal de que venía sufriendo. No dudé en responderle que me esperara, que en unos minutos estaría con él, escucharlo cuando más lo necesitaba era lo menos que podía hacer. Abelardo y yo…